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Feliz navidaaaad

El día siguiente, les comenté a mis amigos sobre la llamada del comisario

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El día siguiente, les comenté a mis amigos sobre la llamada del comisario. Ellos se quedaron confundidos al igual que yo.

—¿Será que nos va a meter a la trena?— preguntó Horacio, peinando su cresta.

—Es que no tiene sentido que nos quiera ver, robamos una joyería, no será algo bueno.

Después de eso y de hacerles algo de comer, les ordene que se fueran a cambiar, pues todavía seguíamos en pijama. No es como que me quisiera arreglar mucho, pero Horacio estaba yendo a mi cuarto y eso podía significar dos cosas: o quiere agarrar algo de mi ropa o quiere escoger que me voy a poner. Ni idea que quiera hacer.

—¿Tú que? caile.

No me hizo caso y paso de mi directo a mi closet. No tenía mucha ropa, pero algunos de ellos eran shorts, vestidos y faldas y para el calor que estaba haciendo estaban perfectos.

Me puse una falda que me llegaba un poco más abajo de los muslos y una blusa que me robó Gustabo antes de que llegáramos aquí.

—¿Me prestas está cuando salgamos de fiesta?— me enseñó una falda.

—Tú agarra lo que quieras, ni me preguntes.

Me agarré mi cabello en una coleta porque me molesta tener el cabello suelto. Me puse perfume y un poco de brillo en mis labios.

Horacio se le quedaba mirando al brillo así que me acerqué a él y le puse un poco en los suyos.

Esto me recordaba a cuando éramos pequeños, los niños se burlaban de él por su cresta y gustos diferentes. Malditos niños caras de cola.

Horacio se fue a cambiar a su cuarto y Gustabo gritó desde la sala para que los dos pudiéramos escuchar.

—No nos quedaremos callados si nos dice algo. Ya me tiene harto ese viejo.

Estando todos listos, caminamos a comisaria para ver qué es lo que nos tiene que decir el señor ese.

Como siempre, había un desmadre en comisaría. Personas gritando y los policías tratando de calmarlos. Nos estaban empujando hasta que logramos cruzar, ahí estaba el comisario Volkov, con su ropa en tonos de gris y con sus manos cruzadas, supongo que nos estaba esperando.

—Buenas tardes, comisario— saludé.

Dijo algo en ruso que obviamente no entendí y luego nos pidió que lo siguiéramos.

«La neta no se que nos dijiste, pero la tuya por si acaso»

Subimos las escaleras para ir al despacho del super y mis amigos se comenzaron a reír de algo, como siempre. Los voltee a mirar con una mirada enojada y se quedaron callados.

—Pasen, por favor.

Cruzamos la puerta y ahí estaba el super, fumando un cigarro parado a un lado de su escritorio.

No fear || Jack ConwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora