—No te muevas.
Hice una ligera mueca de dolor mientras apretaba la orilla de mi blusa. Estábamos en mi departamento, ahí se encontraban mis hermanos y Jack, este último estaba limpiando la herida de mi hombro ocasionado por la bala de hace dos días.
—¿Y esas flores?— preguntó Conway, parándose del sillón donde estábamos.
—Se las dio Armando — se adelantó Horacio.
—Llevan un chingo ahí, ya les había dicho que las tiraran.
Gustabo se acercó al jarrón donde estaban aquellas rosas marchitadas. Las quito con cuidado, pero se escuchó que algo se quebró. Me giré hacia él y pude ver como algo caía al suelo.
Me paré del sillón bajando la manga de mi blusa y me agaché hacia esa cosa. La tome entre mis dedos, divisé un pequeño micrófono del tamaño de mis dedos índice y medio a lo ancho.
Jack lo observó y me extendió la mano para que se lo diera, eso hice.—Espero que hayáis escuchado muchas cosas, hijos de puta — le susurró al micrófono para después tirarlo al suelo y pisarlo.
«Valió madres»
—¿Cómo coño llegó ese puto micrófono?
—Si no lo sabes tú... — le contestó Gustabo.
—¿Estas segura que Armando no está envuelto en esto?
—Sí. No. Bueno, sí estoy segura. O a lo mejor no lo estoy ¡No lo sé!
No quería ni pensar que Armando podía estar envuelto en esto. Quería poner una buena excusa y decirle que no tiene nada que ver ¿pero qué cosa podía decirle?
—¿Qué habrán escuchado? — preguntó el de cresta, mientras se recargaba en la pared.
—Probablemente sepan nuestra relación — me dijo mi novio, mirándome con un ligero gesto de preocupación. Le daba miedo que me pasara algo, podía notarlo.
—¿O sea que ya saben que tú eres mi cuñado? Que puta vergüenza — se burló Gustabo, saliendo de la cocina, pues había tirado las rosas muertas.
Se había mordido un poco el labio para no reírse tan fuerte, aunque una sonrisa burlesca se asomó en su rostro. Sus gestos me hacían reír, por lo que tape discretamente mi boca para que no sea tan notorio.
—No te molestes, mi amor.
—Arreglaos— ordenó Jack.
Mis amigos se fueron a su cuarto, así que aproveché para reírme un poco y darle un beso tronado en los labios. Pude notar una pequeña sonrisa y un leve tono rojizo en sus mejillas, le había dado vergüenza que lo llamara así enfrente de mis amigos, pero me alegró que no me dijera nada.
Le di un beso en la mejilla y me dirigí al cuarto para cambiarme, todavía pensativa por el micrófono.
Me vestí con rapidez y tomé mi pasamontañas rojo. Puse mi celular, cartera y llaves en mi bolsa y me volví a dirigir a la sala para esperar a mis amigos.
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No fear || Jack Conway
Fanfiction¿Qué pasaría si te dijera que Gustabo y Horacio llegaron con alguien de México? No, no son los famosos hermanos Escobilla, pero ¿y si ese "alguien" es una mujer? Mónica Hernández, una mexicana a todo dar, si no la provocas, claro.