Dean Thomas

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El viernes amaneció sombrío y húmedo, como todos los días de aquella semana. Aquel día hubo dos cosas que la animaron un poco. Una era la idea de que se acercaba el fin de semana lo que la llevaba a su salida con Mattheo; la otra era que, pese a lo desagradable que sin duda alguna sería su último día de castigo, desde la ventana del despacho de la profesora Umbridge se veía el campo de quidditch, y, con un poco de suerte, podría observar las pruebas y alentar, en silencio, a su hermano.

- ¿Con que clase arrancamos? - preguntó Harry mientras desayunaban.

- Encantamientos con Ravenclaw - respondió Hermione.

- ¡Vamos, que llegamos tarde!

Mattheo y la pandilla de Malfoy se relajaban debajo del árbol del patio mientras organizaban su semana

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Mattheo y la pandilla de Malfoy se relajaban debajo del árbol del patio mientras organizaban su semana.

- ¿A quién toca hoy? - preguntó el rubio.

- Esconderle los zapatos a Lunática Lovegood y molestar a Susan Bones de Hufflepuff - comentó Goyle revisando un pergamino.

- Te dije que a los de Hufflepuff no - se quejó Draco.

Estos chicos aún no maduraban.

- ¿Enserio tienen una lista con las personas que van a molestar? - preguntó Mattheo riéndose. No se lo podía creer.

- Hay que tener todo organizado - comentó Pansy orgullosa, echándole una mirada al rubio.

Mientras estuviese en Hogwarts, debía de aparentar sutilmente que le gustaban estas cosas. Si quería que Draco no sospechara nada de lo suyo con Alexa, tenía que unirse a su pandilla.

- Está bien, asígnenme a alguien.

El rubio sonrió soberbio.
- Crabbe y yo iremos por Lunática, Pansy y Goyle por Granger. Tú puedes ir con el sangre sucia de Dean Thomas, de Gryffindor.

Mattheo sonrió maliciosamente.
- Con gusto me encargo.

Una vez que el chico salió de la clase de Transformaciones, se dirigió al Gran Salón para comer algo

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Una vez que el chico salió de la clase de Transformaciones, se dirigió al Gran Salón para comer algo. Mientras atravesaba uno de los pasillos, escuchó una voz particular que le hizo parar en seco.

- Puede ser... - decía Dean Thomas, en un salón.

- ¿La vas a invitar hoy? - preguntaba otro chico.

- Sí - suspiró - Después de las pruebas. Solo espero que a Ron le vaya bien porque sino no estará feliz.

Se acercó al marco de la puerta, a espiar.

- La puedes animar con unos besos - lo zarandeó la primera persona a lo que Dean rio nerviosamente.

- La puedes animar con unos besos - lo zarandeó la primera persona a lo que Dean rio nerviosamente

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- ¿Y a dónde la llevarás? - volvió a hablar el primer chico, de su misma casa.

- No se aún - suspiró - Ir a las Tres Escobas, supongo. Llevarle alguna flor - dudó - Quizás unas rosas, no sé si eso le gustará.

Eso sí que no lo permitiría.

Se acercó a la voz para descubrir que, como bien sospechaba, era Dean Thomas con su amigo, Seamus Finnigan. Lo agarró por la corbata roja y dorada y lo acorraló a la pared para advertirle:

- No te quiero ver cerca de Alexa, ¿oíste? - apretó el agarre un poco.

- Hey, déjalo en paz - gritó Seamus, intentando separarlos.

- Enserio, amigo, no sé de que estás hablando - se defendió Dean.

- No me llames amigo. Mantente alejado de ella o-

- ¿Mattheo?

Por desgracia, Alexa tuvo que entrar al aula, ya que escuchó los gritos desde afuera. Se aproximó rápidamente hacia él, confundida. El chico lo soltó de inmediato.

- Mattheo, ¿qué haces?

Dudó un segundo en responder.
- Sólo charlábamos.

- Se escuchaban gritos desde afuera... oye, ¿estás bien? - la pelirroja giró y apoyó su mano en su hombro, preocupada.

O Dean temblaba como una gelatina, o era un gran actor.

- No charlábamos, Alexa. Él me atacó.

Maldito idiota, pensó.

Ella se dio vuelta, mirándolo fijamente, buscando una explicación. Ante su silencio, habló:

- ¿Tienes algo que decir?

- No.

- ¿Lo atacaste? ¿Es verdad?

La miró a los ojos, y no pudo decirle la verdad.

- Es un asqueroso sangre sucia, claro que lo ataqué.

No podía decirle por que lo había hecho o por que era tan importante formar parte de la pandilla de Draco. Y menos aún podía admitirle que estaba totalmente celoso de él.

- Puedes olvidarte de la salida - comentó con la voz cortada. Acto seguido, tomó a Dean de los hombros y lo guió hacia la puerta.

Mattheo Riddle y Alexa WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora