Cabeza de Puerco

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Al día siguiente, Alexa y sus amigos bajaron por la calle principal de Hogsmeade y pasaron por delante del negocio de chascos de Zonko, luego dejaron atrás la oficina de correos, y doblaron por una calle lateral al final de la cual había una pequeña posada. Un estropeado letrero de madera colgaba de un oxidado soporte que había sobre la puerta, con un dibujo de una cabeza de jabalí cortado que goteaba sangre sobre la tela blanca en la que estaba colocada.

Esa imagen le dio asco a la pelirroja.

Cabeza de Puerco consistía en una sola estancia, pequeña, lúgubre y sucísima, donde se percibía un fuerte olor a algo que podían ser cabras. Las ventanas tenían tanta mugre incrustada que entraba muy poca luz del exterior, por eso el local estaba iluminado con cabos de cera colocados sobre las bastas mesas de madera. El lugar estaba poco concurrido y la mayoría de las personas que se encontraban ahí vestían tapándose su rostro.

- Cuatro cervezas de manteca - pidió Hermione cuando el camarero se les acercó.

- Seis sickles - gruñó.

- Pagó yo - se apresuró a decir Harry, y le entregó las monedas de plata.
- Bueno, ¿quién dijiste que iba a venir?

- Sólo un par de personas - contestó Hermione mirando nerviosa hacia la puerta.
- ¡Oh, miren, deben ser ellos!

- Gracias - le dijo Alexa al camarero cuando depositó las bebidas en la mesa.

La puerta del bar se abrió. Primero entraron Neville, Dean y Lavander seguidos por Parvati y Padma Patil, su hermana gemela. Luego ingresaron Cho con una amiga, Luna Lovegood, sola y con aire despistado como si hubiera entrado allí por equivocación. A continuación, entraron Katie Bell, Angelina Johnson, Alicia Spinnet, Colin y Dennis Creevey, Ernie Macmillan, Justin Finch-Fletchey, Hannah Abbot; tres chicos de Ravenclaw: Anthony Goldstein, Terry Boot y Michael Corner, el novio de Ginny. Fred, George y Lee con enormes bolsas de papel siguieron detrás de ellos. No había rastro de Mattheo.

- ¿Un par de personas? - dijo Harry alterado.
- ¡Un par de personas!

- ¡Hola! - saludó Fred. Fue el primero en llegar a la barra, y se puso a contar con rapidez a sus compañeros.
- ¿Puedes darme... veinticinco cervezas de manteca, por favor?

El camarero, de mala gana, empezó a sacar polvorientas botellas de cerveza de manteca de debajo de la mesa.

- Que sean veintiséis, cuñado - exclamó Mattheo con una sonrisa entrando por la puerta y sacándose nieve del gorro.

Fred hizo un gesto de aprobación con el pulgar antes de darse media vuelta.

La sonrisa de Alexa se expandió en su rostro, y corrió a abrazar a Mattheo. Lo sorprendió tanto, que tambaleó al sujetarla.

- Perdón por la tardanza, se me hizo difícil salir del castillo - dijo separándose de ella.

- No importa, ya estás aquí.  ¿Y Blaise y Theo?

- Era menos sospechable que viniera solo y ellos vigilaran. Les debo todo, les prometí enseñarles lo que aprenda aquí.

- Yo te ayudaré. Ven, vamos al frente - lo jaló del brazo.

- Yo no participaré si él está aquí - opinó Dean.
- Es el hijo del Innombrable, no es de fiar.

- Si él está aquí es porque yo lo invité - lo defendió la pelirroja.
- Esta reunión es para cualquiera que esté dispuesto a cambiar las cosas. Además, si es su hijo, puede saber como piensa, eso nos serviría para las clases, tener otras perspectivas. Si no eres lo suficiente valiente para unirte puedes largarte - señaló la puerta.

Mattheo Riddle y Alexa WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora