Dime que no te irás, te lo ruego

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Alexa no podría escapar cada vez que veía a Mattheo a lo lejos. Por dos días lo logró, con ayuda de sus amigos, pero una tarde, cuando este se encontraba en el pasillo charlando alegremente con Theo y Blaise, la pelirroja dobló al corredor donde se encontraba su novio. Mattheo la siguió con la mirada, y cuando estaban a pocos metros, le guiñó el ojo, a lo que ella se puso nerviosa y caminó unos pasos hacia atrás. Él la miró con el entrecejo fruncido y Alexa dio media vuelta y salió del corredor. Mattheo la empezó a seguir y sin siquiera saberlo, ya estaban en la entrada del bosque prohibido.

- ¡Alexa! - le gritó - ¡No me evites! - ella frenó lentamente agachando la cabeza.
- ¿Hice algo mal? - preguntó preocupado - Si hice algo mal puedo arreglarlo, solo dime, por favor, ¿qué es lo qué pasa? ¿Es algo con tu padre?

- Lo sé todo - le respondió con la voz cortada - Tus recuerdos, mis recuerdos...

- Estúpido Dumbledore - masculló Mattheo apretando la mandíbula y desviando la mirada.

- ¿Cómo fui tan idiota? - soltó un risa sarcástica.
- Yo pensando, ¡cómo me conoce!... Pues ya lo hacías. De seguro te conté cosas que ya te había contado antes-

- ¡Y las volvería a escuchar miles de veces! - caminó hacia ella.

- No te me acerques - retrocedió unos pasos con la palma levantada.
- Vi lo que hacías en Durmstrang. Eras un monstruo.

- Cometí errores, sí, muchos, pero luego te conocí y comprendí que había sido un imbecil todo este tiempo - explicó intentando mantener la cordura.

- ¿Crees que me tengo que sentir bien con eso? ¡Yo te cambié! ¡Te convertí en algo que no eras! Vi la felicidad en tus ojos cuando torturabas a esa gente.

- Yo decidí cambiar, por ti, para ser el hombre que te mereces. ¡Fue mi decisión! - gritó. Las venas de su cuello se hacían cada vez más visibles.

- Por alguna razón sabías que me gustaban las rosas... gracias a ti tengo más claro que quiero ser magizoologista... por una razón estabas comprando esa estúpida túnica... - expresó sollozado, secándose con la manga de la camisa algunas lágrimas que se escapaban de sus ojos.

- "Cuando te vi me enamoré y tú sonreíste porque lo sabías" ¿Te acuerdas? - recitó en voz alta.
- Yo no sonreí porque me miraste, yo sonreí porque te había vuelto a encontrar - dijo desesperado.

- No me encontraste, me buscaste con el elfo ese. Y una vez que lo hiciste, ¡no me dijiste nada!

Suspiró.
- Alexa, por favor... perdóname.

- No quiero verte, Mattheo. ¿No entiendes? Me engañaste todo este tiempo, ¡y pensabas seguir haciéndolo! Eras una mierda, Mattheo, eras... eras hasta peor que Malfoy, y tú sabes cuanto lo odio.

- "Ódiame o ámame, ambas están a mi favor. Si me amas, siempre voy a estar en tu corazón, pero si me odias, siempre voy a estar en tu mente"- volvió a recitar.

- ¡Deja de citar al maldito Shakespeare! - gritó con la voz temblorosa.

- Lo siento, ¿sí? - trató de acercarse otra vez, pero ella volvió a retroceder.
- Alexa, no quise ocultártelo. No tenía opción, en serio. No quería ponerte en peligro otra vez. Si algo te pasara, no podría perdonármelo.

- ¡¿Y por qué me buscaste de todos modos?!

- ¡Porque te amo!

Lo gritó tan fuerte, que un par de pájaros que descansaban en una rama, echaron a volar.

- Alexa, me quise prometer que no te buscaría, que te observaría de lejos y no me acercaría a ti. Y una vez terminada la guerra, si ambos sobrevivíamos, te contaría todo. Pero la verdad es que... no pude aguantarme. Fui egoísta, lo sé, te arrastré en esto y ahora ya no hay vuelta atrás... pero tu seguridad siempre será mi prioridad, y... lo aceptaré si eso es lo que quieres.

Mattheo Riddle y Alexa WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora