Las profecías

5.7K 335 35
                                    

- ¡Vamos! - indicó Harry en voz baja, y los ocho empezaron a correr por el vestíbulo guiados por él. Recorrieron pasillos y subieron por el ascensor al Departamento de Magia.

Cuando la reja del elevador se abrió, los chicos salieron al pasillo, donde solo vieron moverse las antorchas más cercanas, cuyas llamas vacilaban agitadas por la corriente de aire provocada por el ascensor.

Giraron hacia una puerta negra y se detuvieron.

- Aquí es... - susurró Harry, la puerta que tras meses y meses había querido atravesar, estaba frente a sus narices.

- Yo he estado aquí - murmuró Mattheo confundido - Lo he visto en algún lado - Harry lo miró con el entrecejo fruncido pero lo ignoró, sus ganas de salvar a Sirius eran más grande para detenerse a pensar en eso.

Se encontraron en una gran sala circular. Todo era de color negro, incluidos el suelo y el techo; alrededor de la oscura y curva pared había una serie de puertas idénticas, sin picaporte y sin distintivo alguno, situadas a intervalos irregulares e intercaladas entre ellas, unos candelabros con velas de llama azul iluminaban la sala. Su fría y brillante luz se reflejaba en el reluciente suelo de mármol negro causando la impresión de que tenían agua negra bajo sus pies.

- ¿Como vamos a saber cual es? - preguntó Neville inquietante.

- Es esa - aseguró Mattheo señalando a su diagonal derecha.

- ¿Cómo lo sabes? Yo nunca pude avanzar más que esto - contestó Harry. Mattheo se encogió de hombros, ni él lo sabía.

Una hermosa, danzarina y centelleante luz salía de la puerta. La sala tenía un techo elevado, como el de una Iglesia, donde no había más que hileras de altísimas estanterías llenas de pequeñas y polvorientas esferas de cristal. Éstas brillaban débilmente, bañadas por la luz de unos candelabros dispuestos a intervalos a lo largo de las estanterías. En aquella sala había mucho frío.

Avanzaron con sigilo por uno de los oscuros pasillos que había entre dos hileras de estanterías.

- Dijiste que era el pasillo número noventa y seis - le susurró Hermione a Harry.

- Sí - confirmó este y miró hacia el extremo de la estantería que tenía más cerca: setenta y tres.

- Creo que tenemos que ir hacia la derecha - apuntó Ginny mientras miraban con los ojos entornados hacia la siguiente hilera.
- Sí, ésa es la setenta y cuatro...

- Tengan las varitas preparadas - advirtió Mattheo.

El grupo avanzó con lentitud girando la cabeza hacia atrás a medida que recorrían los largos pasillos de estanterías, cuyos extremos quedaban casi completamente a oscuras.

Pasaron por la estantería número ochenta y cuatro... noventa y dos... noventa y cinco...

- ¡Noventa y siete! - susurró entonces Alexa.

Mattheo sintió una punzada en la cabeza.
- Sirius no está aquí - dijo de la nada, sorprendiendo a todos.
- Hay que irnos. Quiere la profecía.

- ¿La profecía? - preguntó Ron.

- Esta cosa redonda dice tu nombre, Harry - avisó Neville contemplando una esfera.

- ¡No están entiendiendo, esto es una trampa! - volvió a insistir.

- Espera... - dijo Harry con curiosidad, se acercó a la esfera de cristal y leyó en voz alta:
- S.P.T. a A.P.W.B.D. Señor de las Tinieblas
y (?) Harry Potter.

- ¡No la toques! - sentenció Mattheo con brusquedad al ver que el Gryffindor estiraba el brazo.

- Lleva mi nombre - insistió Harry, y lentamente la tomó.

Mattheo Riddle y Alexa WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora