Para poder olvidar

Prólogo

–Te da miedo morir? – preguntó de repente

Sabía que era algo imprudente hacerlo, pero de verdad tenía que preguntarlo

–No–respondió sentándose–porque me daría miedo, ni siquiera sé qué pasa después de ella.

–creo que por esa misma razón te debería asustar, aunque sea un poco.

Ella no respondió, aunque yo tampoco sabría que decir después de eso. La muerte siempre ha sido un tema delicado donde sea que se nombre para nosotras no sería la excepción.

–Ava – me llamó.

–dime.

–a ti te da miedo morir? – eso era algo que nunca había pensado, hubo una época en la que lo único que quería era eso y Samantha fue la única que me ayudó a superarla, pero morir no era algo que me diera miedo, a mi perspectiva morir era no más problemas, no más daños, simple paz

–No.

–entonces a qué viene tu pregunta.

–wow sonaste como una psicóloga creo que se te daría bien estudiar eso – evadí de la manera más estúpida su pregunta, ni siquiera yo sabía porque la había hecho.

La escuche suspirar

–Ava –repitió mi nombre lentamente.

–me da miedo que tu mueras Sammy- le dije honestamente- me da miedo que me dejes sola, me da miedo quedarme sin la única persona que me ha apoyado

–eso es algo que no haré, bueno al menos no conscientemente- río un poco con su mirada aun sobre el cielo

Me senté a su lado-tienes que prometer tener cuidado al pasar las calles y no experimentar con comida y no comas más camarones, probablemente sea la cosa más estúpida que te he pedido que hagas, pero es enserio - le dije realmente que ella muriera o se alejara de mi lado era algo espeluznante para mí.

–y en donde quedo el que tenga miedo a morir que no nazca– me sonrió viéndome, también la mire y sonreí al recordar la vez que se lo dije.

–para ti no cuenta, no puedes morir es más te lo prohíbo.

Ella río abiertamente, aunque su risa se escuchaba diferente algo apagada, llevaba tiempo que la notaba mal pero no la quería presionar, si ella quería decírmelo estaba bien y si no también, finalmente era su decisión.

–haré mi mejor intento, lo prometo– extendió su meñique y yo hice lo mismo para hacer una pinky promise algo probablemente infantil pero siempre lo hacíamos, luego de eso nos volvimos a acostar en el pasto para dejar de pensar cualquier cosa, para poder olvidar todo lo que estábamos viviendo