Capítulo 1

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Ava Torres.

Lunes 15 enero 2019.

Mire mi mesa de noche a un lado de la cama el reloj marcaba las tres de la mañana y yo no podía dormir, por fin había podido calmarme llevaba al menos media hora llorando por los horribles pensamientos en mi cabeza y la terrible ansiedad que tenía por volver al colegio después de las vacaciones de verano, antes me emocionaba entrar al colegio conocer nuevas personas y aprender cosas nuevas como cualquier niño, pero ya no lo disfrutaba.

Tenía que buscar alguna manera de dormirme en menos de cuatro horas me levantarían para volver a la pequeña cárcel llamada escuela, No era como que la odiara o algo así solo se me hacía supremamente innecesario algunas cosas como el hecho de tener que levantarme a las seis de la mañana.

Suspire con mi respiración aun cortada por haber llorado tanto y me levante de la cama iría a la cocina recuerdo cuando era pequeña y no podía dormir por alguna pesadilla- que usualmente me atormentaba como ahora-baje las escaleras las cuales daban directo a la sala, me sorprendió ver la luz de la cocina prendida, pero me tranquilice en el momento que lo vi.

Ahí estaba mi padre un hombre de cuarenta años con cabello café ojos miel y contextura gruesa, él siempre fue una persona intimidante con su semblante serio, recuerdo todas las veces que me llevaba a el colegio cuando era pequeña y nadie se me acercaba por miedo era un tanto gracioso, pero todo cambio.

Entre a la cocina ignorándolo por completo estaba sentado en unas de las sillas de la encimera que había allí no quería que me viera, debía tener la cara hinchada y mis ojos rojos, el querría hablarlo y yo simplemente no estaba de humor. Saqué la leche del refrigerador y la empecé a calentar

–otra vez con insomnio? –pregunto con su voz gruesa y demandante que daba miedo

–si –respondí secamente no quería tener una charla no ahora.

El no hablo por un rato y me sentí tranquila pero no duro mucho.

–deberías tomarte las pastillas–voltee los ojos al escucharlos, no me diría nada ya que no me veía tampoco le respondí–serian de ayuda para dormir mejor.

–si me las tomo ahora me harían dormir al menos ocho horas y mañana tengo clase –le respondí aun fijándome en la leche que tenía por dos razones no quería verlo y si despegaba la mirada de la leche se regaría todo creo que es la ley de la vida o algo así, casi rio con mis pensamientos estúpidos, pero todavía sentía la mirada de mi padre sobre mí.

–lo sé, pero las puedes tomar en cualquier momento las necesitas – creo que el si quería una charla, pero de por Dios porque a las tres de la mañana?

–también necesito un psicólogo después de todo y no creo que sea algo que te preocupe– mi padre era una persona anticuada de las que decía que eran completamente innecesarios lo psicólogos y tu salud mental no importaba también de los que hacía comentarios como: ¿si tienes un techo sobre la cabeza y comida porque estarías mal mentalmente? Para él era jodidamente fácil decirlo y no sentir nada, además era un maldito experto cambiando de tema.

–que hiciste hoy? – ¿Por qué rayos seguía hablándome? ¿No se daba cuenta que no quería hablar? Solo quería mi leche y volver a la maldita cama. Mi paciencia se estaba acabando, además no creo que sea la hora perfecta para tener una charla padre-hija.

–realmente actuaras como si te importara? –apague la estufa y me voltee a verlo -solo te informo papi-dije lo último con un poco de burla– que estas dieciséis años tarde y no quiero ser grosera, pero son las tres de la mañana y tengo clases en unas horas, solo bajaba por leche y me iré ¿puedes actuar como lo has hecho en los últimos años? – fui totalmente contradictoria cuando lo dije, obviamente había sido grosera, pero a este punto no me importaba. El no volvió a hablar y se lo agradecí mentalmente finalmente serví en un pocillo mi leche y me devolví a mi cuarto un rato después me había quedado dormida

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Eran las seis de la mañana, más exactamente la seis y media de la mañana y mi hermana mayor Eloísa llevaba diez minutos gritando desde afuera de mi cuarto la había escuchado desde el primer llamado que me hizo -mi sueño no era pesado al contrario cualquier mínimo ruido me levantaba – le respondí, pero ella seguía llamándome al final decidió invadir mi privacidad.

–llevo media hora llamándote que no escuchas? –dijo con las manos en la cintura -como si fuera una taza Samantha siempre decía que se veían graciosas haciéndolo-sonreí al recordar a mi mejor amiga era lo único bueno de entrar a clases verla otra vez – y ahora te me burlas de por Dios Ava levántate de una vez por todas.

Había olvidado por completo a mi furiosa hermana que seguía parada al pie de mi cama ella era mayor que yo dos años iba vestida de un jean roto, un crop top y unos tenis blancos algo muy sencillo que se veía perfecto en ella era realmente hermosa sus grandes ojos cafés, su nariz perfilada, sus labios gruesos y su cabello castaño se parecía a mi madre. Me quede un rato en silencio mirándola eso la molestaría

-NO ENTIENDES? LEVÁNTATE – grita molesta tirándome una almohada que había en el suelo, reí un poco se veía graciosa brava por eso me gustaba molestarla

-calma mamá

oso ya me estoy levantando – no recuerdo en qué momento la empecé a llamar así, pero era mi apodo de cariño realmente quería a mi hermana.

Me senté en la cama y ella a mi lado.

–hace mucho no me llamabas así, pensé que estabas furiosa conmigo o algo así– me dio una sonrisa triste

–claro que no tonta es que hace mucho no te comportabas como una mamá oso, no tendría sentido decírtelo

-dañaste toda la magia del momento de hermanas cuando me dijiste tonta, levántate más bien- dijo eso y salió de mi cuarto mientras yo me iba a bañar.

Al Salí del baño sonreí al ver mi uniforme en la cama yo amaba tener que ir en uniforme y no con ropa normal no tendría que preocuparme por saber que ponerme todos los días, el uniforme era una falda que me quedaba arriba de las rodillas, unas medias blancas a la altura de las rodillas estas hacían que hacía que la piel expuesta de mis piernas fuera menor, una camisa manga larga y un blazer con el escudo del colegio una vez vestida me mire al espejo mis ojos color miel, mis piernas largas mi cabello castaño que me quedaba debajo de mis pechos, creo que era de familia el cabello castaño todos los teníamos del mismo color algunos más oscuros que otros pero siempre era castaño.

mi cuerpo no estaba mal no era realmente flaca con una cintura diminuta pero tampoco tenía sobre peso o algo así estaba en un punto medio, pero no me gustaba, todas las personas que me conocían y conocían a mi familia decían que me parecía a mi papá y lo odiaba no quería parecerme a la persona que más odiaba.

–llegaras tarde – dijo mi madre desde la puerta interrumpiendo mis pensamientos – vamos te prepara el desayuno

mi madre una mujer de cuarenta años delgada con unos hermosos ojos cafés y su cabello largo, tenía puesto un pantalón negro, una blusa del mismo color con puntos blancos y unos tacones bajos.

-bajo en cinco minutos ma -le dije sonriendo no quería pasar tanto tiempo con mi padre después de la incómoda charla que tuvimos anoche.

Mi mama asintió y se fue y termine de arreglarme.

Baje lista, el plan era desayunar en tiempo récord, evadir cualquier tipo de preguntas y salir de la casa con mi hermano, pero no iba a funcionar ya que no veía a mi hermano lo que significaba que no estaba listo.

–donde esta Sebastián? – pregunte sentándome en la mesa al lado de mi hermana mi papá estaba en la punta de la mesa y mi mama estaba sirviendo el desayuno.

–se fue temprano al parecer iba a mirar lo de los equipos de básquet – respondió mi hermana con la boca llena. No me acordaba que mi hermano me había dicho que ese lunes fuera sola al colegio

–puedo ver la comida en tu boca imbécil ciérrala – le dije a Eloísa y ella abrió más la boca para mostrarme la comida fue asqueroso

– eso es asqueroso Eloísa no más–ella solo se me burlo y siguió comiendo normalmente acabé más rápido de lo planeado cogí mis cosas me despedí de lejos de todos y Salí de la casa sin esperar una respuesta.

El bus estaba en la parada así que no tuve que esperar mucho al subir la vi.

Para poder olvidarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora