CAPÍTULO 24.

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Fueron unos días movidos los previos al baile. Supuestamente solo vives un baile de graduación una vez y a todos nos hacía especial ilusión esa noche. Y después de todo lo que había pasado en el Liberty, necesitábamos más que nunca una noche para poder disfrutar sin pensar en nada más.

Puede que la inminente despedida me pusiera un poco sensible; o tal vez solo me apetecía terminar el instituto sin que me quedara nada pendiente. El caso es que pasé las últimas semanas trabajando en mí misma, en quién quería ser y en el recuerdo que deseaba que los demás tuvieran de mí. Supongo que Tyler tenía razón y nunca era tarde para hacer las cosas bien; y lo cierto es que yo había pasado demasiado tiempo pendiente de él y de sus necesidades. Pues bien, ahora era el tiempo para mí.

Incluso con Estela, con quien no había hablado desde el día que me agradeció que la ayudara en la protesta, hice las paces. No es que estuviéramos enfadadas la una con la otra ni mucho menos, pero estaba insegura acerca de ir al baile con Tyler y por eso se acercó un día por los pasillos a hablarme.

- Algunas chicas me han contado que Tyler y tú estuvisteis saliendo hasta hace unos meses. – me relató, cohibida. – Te prometo que no tenía ni idea y, aunque no nos conozcamos demasiado, te admiro y no quiero ir con él al baile si eso puede ofenderte.

Estela era una chica encantadora, puede que incluso demasiado inocente, aunque supongo que tan solo necesitaría un par de años más para ganar un poco de fuerza.

- Tyler y yo rompimos, así que es libre de ir con quien quiera al baile. – le aseguré. En otro momento no habría sido tan agradable, pero como ya he dicho, me esforzaba por mantener la mejor versión de mí misma. – Además, eres preciosa y sé que le aprecias. Me alegro de que Tyler tenga una pareja tan increíble como tú.

Y dado que estaba decidida a arreglar mis amistades, no podía librarme de ir a hablar con cierta persona a quien prometí que estaría a su lado y hacía ya demasiado tiempo desde la última vez que habíamos hablado: Winston.

Me senté enfrente suyo en la cafetería, durante la hora de la comida, aprovechando que siempre solía sentarse solo. Sus ojos, que estaban perdidos en alguna parte de la nada, me prestaron atención nada más me vieron aparecer.

- ¿Está ocupado?

- Aunque lo estuviera, ya te has sentado. – comentó. Al momento dejó su tenedor de lado y apoyó los codos sobre la mesa, inclinándose un poco más hacia mí. – Algo muy fuerte ha debido pasar para que vengas hasta mí.

- En realidad, todo va bien. – le aseguré. – Pero dado que tú no das el paso, he pensado que tendría que ser yo quien volviera a retomar nuestra amistad donde la dejamos.

- Lo siento, Rose, he estado muy ocupado.

- ¿Con qué? – le pregunté, contenta de poder empezar una conversación, pero su brillo malicioso enseguida me hizo dudar de lo que venía a continuación.

- Con la muerte de Bryce y su culpable. – me soltó, sin tapujos. – Fue Jessica. Sé que fue ella. Estoy cerca de conseguir todas las pruebas para acusarla frente a la policía.

Cogí una gran bocanada de aire y la dejé escapar con pesadez. De verdad tenía esperanzas en que su obsesión se hubiera disipado, pero me equivocaba.

- ¿Nunca vas a rendirte? – le pregunté, tratando de sonar cordial pese a lo delicado del tema. – Tal vez deberías centrarte en el presente y dejar atrás el pasado.

- Monty fue incriminado. No pienso dejar que se marchen de rositas. – me aseguró, entrecerrando los ojos. – ¿Sabes una cosa, Rose? Siempre he pensado que tú sabes más de lo que me quieres contar. ¿Por qué no me ayudas y acabamos con esto cuanto antes?

Marginado | Tyler DownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora