Marginado | Tyler Down

CAPÍTULO 13.

Tyler y yo lo pasamos bastante bien intentando "entendernos", por decirlo de alguna forma. Nos besamos un montón, parecía que quedásemos exclusivamente para eso. Al principio eran solo picos, primero avisados y luego sin avisar, todo con el propósito de que Tyler pudiera asimilarlos y aceptarlos. Obviamente pronto quisimos un poco más y los besos empezaron a hacerse más largos y húmedos. En ocasiones parecía que iba perfecto, pero Tyler se apartaba de sopetón con el cuerpo totalmente tenso. Él insistía en pedirme perdón y decía que era involuntario, que no podía controlar su mente, pero yo le aseguraba que no había ningún problema con ello. Era entonces cuando esperaba a que se tranquilizara y seguíamos con nuestros quehaceres.

Puede que saber la verdad de lo que le había pasado a Tyler fuera precisamente lo que necesitaba para poder comprenderlo por completo. Además, como los dos nos habíamos dejado claro que queríamos que esto saliera bien, ya ninguno pensaba cosas que no eran, ni se volvía el ambiente incómodo. Sin duda era increíble poder abrirte por completo a una persona y sentir que nada iba a hacer que te juzgara.

Tan solo éramos unos adolescentes tratando de superar un trauma; no teníamos ni idea de cómo se hacía, por eso experimentábamos y veíamos si era eficaz o no. Precisamente era Tyler quien debía decir con sinceridad si esto le funcionaba, si quería parar o si quería seguir.

Cuando fuimos capaces de besarnos sin problema, pasamos al segundo punto: poder tocarnos. Estuvimos casi dos días hablando de cómo sería mejor hacerlo y agradecía que nadie viera nuestros experimentos porque sin duda hubiese pensado que éramos un par de locos. Lo que decidimos fue quitarnos las camisetas. Al principio era solo eso, nos las quitábamos y teníamos que mirarnos el uno al otro sin tratar de taparnos o encogernos. No es que yo tuviera miedo de que Tyler me viera así, pero al estar en igualdad de condiciones él no tenía por qué sentirse inseguro y, de paso, mejoraba todo ese asunto respecto a la vergüenza y las chicas.

Obviamente este paso fue evolucionando y pasamos a acariciarnos la piel que quedaba a la vista del otro. Este paso nos costó un poco más y Tyler recelaba cuando se trataba de ponerme las manos encima, pero fue bastante entretenido. Me enorgullecí cuando llegó el día en el que pudimos abrazarnos aún sin camiseta y Tyler me permitió besar todo su cuerpo. Ya no se veían los moretones que le habían dejado, pero aun así besé el sitio en el que solían estar como si mis labios pudiesen curarle el daño que aún quedaba en su interior.

- Clay me ha dicho que debería contárselo a alguien más. – comentó Tyler de repente. Estábamos tumbados en la cama, con el rodeándome con su brazo por los hombros aprovechando que ya habíamos acabado los deberes. En breves debería llevarle a su casa porque su madre era bastante estricta con la hora de la cena. – Me ha dicho que Jessica seguro que lo entiende.

- Yo también lo creo. – asentí.

- Y tal vez... ¿crees que debería decírselo a mis padres?

Me incorporé para poder mirarle a los ojos y noté su ceño levemente fruncido y su mueca de preocupación.

- Eso es un gran paso, pero sí, creo que en algún momento debes decírselo. – suspiré. Traté de imaginarme a mí misma contándole a mi padre que había sufrido una agresión sexual y no estaba segura de si sería capaz de ello. Puede que tuviésemos muy buen relación, pero ni si quiera sabría cómo hacerlo. – Tienes que mentalizarte primero porque no sé cómo pueden reaccionar, pero vas a ser muy valiente si lo haces.

- Estaba pensando en decírselo esta noche. – añadió en un murmullo.

- ¿Quieres que esté contigo?

- No, no. Es algo que tengo que hacer solo. – replicó. – Además, últimamente estoy mejor gracias a ti.

Me agaché para besarle y, cuando nos separamos, le devolví una tierna sonrisa.