CAPÍTULO 2.

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Durante semanas todo se mantuvo en calma. Incluso llegué a pensar que volvía a sentirme a gusto entre mis amigos. Los problemas regresaron la mañana que me levanté y vi que me habían enviado una foto de Tyler desnudo. Estaba de espaldas, pero era muy fácil reconocer que era él. Quien fuera que hubiese hecho la foto tuvo la poca decencia de reenviársela a medio instituto.

Tal y como me esperaba, eso fue la comidilla de todos y cada uno de los alumnos del Liberty. Desde el punto de la mañana las bromas fueron constantes mientras que Tyler parecía morirse de vergüenza por los pasillos. El equipo de fútbol le rodeó durante un cambio de clase y, entre risas, consiguieron bajarle los pantalones. Después de eso mandaron a Tyler a ver al orientador escolar y no se volvió a saber nada más de él.

Daba igual que él no estuviera presente porque todos seguían mirando la foto y burlándose. Nadie sabía dónde se había metido, pero yo tenía una acorazonada. Por eso, cuando llegó la hora de la comida, me escabullí de mis amigas para ir hasta la sala de fotografías. Tyler se puso en pie como si fuese el mismísimo diablo quien acababa de entrar por la puerta, pero más bien debería mirarme como si fuera un ángel salvador.

- Venga, vamos. Te llevo a casa. – le dije, pero no se movió ni un mísero centímetro. – Si quieres salir del instituto sin que te vean, la hora del almuerzo es la indicada. Ponte la capucha de la chaqueta y vámonos. Ya.

Parecía estar completamente confuso; probablemente incluso estuviera pensando si esto se trataba de algún plan retorcido o una trampa, pero no, por desgracia para mí todo esto lo hacía sin intenciones ocultas. En cuanto nos montamos en el coche y arranqué, suspiré agradeciendo salir de el instituto.

- Vivo...

- Sé donde vives. – le interrumpí.

- ¿Cómo lo sabes?

- Fui a tu casa una vez a hacer un trabajo, ¿recuerdas?

- Eso fue hace mucho tiempo. – replicó. Había sido antes de empezar el instituto, así que sí, ya habían pasado largos años.

- Tengo buena memoria.

El trayecto no duró más de quince minutos. Aparqué enfrente y Tyler se apresuró a coger su mochila. Aunque no le hubiese hecho nada, seguía sin sentirse seguro a mi lado.

- Gracias por traerme. – murmuró, mas decidí alzar la voz antes de que se alejara.

- ¿Estás solo? – cuestioné, lo que sin duda logró que frunciera el ceño.

- Mis padres trabajan hasta tarde, sí.

- ¿Y no vas a invitarme a entrar? – pregunté. – No es por nada, pero me he escapado del instituto por ti. Y yo no puedo volver a mi casa porque mi padre sí que estará en ella y va a resultar sospechoso.

No pareció hacerle mucha gracia mi propuesta, pero asintió de todas formas. Una vez dentro me ofreció comer algo y, tras decirle que no tenía hambre, miró hacia un lado y otro como si se pensara a dónde debería llevarme. Finalmente acabamos en el salón y ahí confirmé que su casa era bastante elegante y sofisticada. Sus padres tenían buen gusto eligiendo la decoración. Dado que parecía haber hecho un voto de silencio, me pareció extraño que fuera Tyler quien iniciara la conversación al sentarnos en el sofá.

- Supongo que es inútil preguntar si has visto la foto porque todos lo han hecho.

- ¿Sabes quién te la ha hecho? – le pregunté.

- Ni idea. – masculló. Se encogió de hombros y no tardé en notar sus ojos empañados.

- Se olvidarán de esto en una semana. – le aseguré. Llevé mi mano a su rodilla para tratar de reconfortarle mas mi acción logró que se tensara todavía más.

Marginado | Tyler DownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora