La noche para Emma estaba siendo muy larga, Regina hacía más de tres horas que se había ido a dormir a su habitación y ella seguía dando vueltas en el sofá, ni quiera su vaso de chocolate con canela había conseguido calmarla un poco. Por su parte Regina tampoco conseguía dormir, no soportaba estar enfadada con Emma, pero tampoco podía dejar de pensar en esas fotos y en las amenazas no quería seguir con todo eso, la situación la estaba desbordando y no podía más.
Tras varias horas en las que ningunas de las dos tuvo noticias de la otra, Regina decidió dar el primer paso y salió de su habitación. Entró en el salón buscando a Emma pero no la encontró, en su lugar vio las sabanas del sofá revueltas y varios vasos en la pequeña mesilla. Se fue a buscarla y la encontró en el despacho, metida ente papeles y muy agitada.
– ¿Podemos hablar?.- Dijo Regina entrando en el despacho lentamente.
– Siéntate.- Contestó Emma señalando la silla y guardando algunos papeles.
– Emma, no quiero seguir así. Esta situación me hace sentir mal y no me gusta estar enfadada contigo.- Dijo Regina mientras se sentaba y miraba directamente a los ojos a Emma.- En todo este tiempo te has convertido en un pilar en mi vida y si ese pilar se cae todo parece desmoronarse.- Afirmó Regina demostrando una debilidad que sentía pero que nunca era capaz de dejar salir, en cambio con la rubia todo había cambiado.
– Yo tampoco, Regina. Pero no sé qué más hacer, me gustaría que todo esto no estuviese pasando y que fuésemos la pareja más feliz del mundo pero no es así. Esas malditas amenazas tiene que estar acosándonos justo cuando pensaba que podría ser feliz contigo. Cuando mi vida comenzaba a tener sentido, después de la muerte de mis padres pensé que no volvería a encontrar un motivo para seguir viviendo feliz y en cambio sí que lo he encontrado, ese motivo eres tú Regina Mills, tú y tu hijo.- Hablo Emma con total seriedad y demostrando también la vulnerabilidad que se había apoderado de ambas.
– Entonces seamos feliz, dejemos de pensar en ese loco y centrémonos en nuestra felicidad y la de Henry. Tú y yo debemos empezar a construir nuestra vida, una vida juntas.- Dijo Regina levantándose de su silla y dirigiéndose a la de Emma. Empujo su silla hacia atrás y se sentó sobre sus piernas enlazando sus manos en el cuello de la rubia.- No quiero volver a discutir contigo, sólo quiero estar así siempre.- Regina besó suavemente los labios de Emma que había colocado sus manos en las caderas de la morena para que no se cayese.
– Esto me gusta mucho más, cariño.- Dijo Emma sonriendo y metiendo sus manos bajo la camisa de la abogada.
– ¿Cariño? ¿Qué ha sido eso, miss Swan?- Dijo Regina con una gran sonrisa y jugueteando con el pelo de la rubia mientras esta perdía la poca fuerza de voluntad que le quedaba.
Se levantó rápidamente de su silla haciendo que la morena se sobresaltase y después de tirar todos los documentos y algunos lápices al suelo sentó a la abogada sobre la mesa. Comenzó a besar a la abogada con necesidad, con posesividad, como si esos labios fuesen el único antídoto. Antes de que la morena se diese cuenta se encontraba tan sólo vestida con sus bragas de encaje rojo y su pijama se encontraba tirado por el suelo. Las manos de Emma acariciaban cada fragmento de su piel, sin poder separar sus labios, sin dejar de disfrutar de ese magnifica sensación que le producía tener a la morena entre sus brazos. Regina decidió que no sería Emma la que llevase todo el control esa noche, así que corto el beso y colocó su mano sobre el pecho acelerado de la rubia y la empujo para que cayera sobre uno de los sofás de cuero. Emma se quedó quita ante la mirada de picardía que le mostraba la morena, no sabía lo que pasaba por su cabeza pero lo que sí sabía es que le iba a encantar. Regina se deslizó tras el escritorio y tras unos larguísimos segundos se comenzó a escuchar una canción muy suave para no despertar al niño, la morena pasó sus manos por su cabellera bailando provocativamente al ritmo de la música. Emma contemplaba la escena con una mirada atónita y casi sin poder cerrar la boca de la sorpresa, nunca imagino que Regina pudiera hacer algo así pero la verdad es que le encantaba y estaba excitándola como nunca. La abogada se giró dando la espalda a Emma que la miraba expectante ante el espectáculo que le estaba ofreciendo, ella siguió con su provocativo baile mientras contemplaba como la rubia tenía que cruzar las piernas debido a la gran excitación que le estaba provocando. Tras varios minutos de movimientos sensuales y provocativos Regina se acercó a Emma que intentó agarrarla por la cintura pero antes de hacerlo la morena atrapó sus manos y las coloco a cada lado del sofá diciendo en un susurro pegada a su oído Miss, Swan no está permitido tocar. Tras decirle esto la rubia soltó un ligero gruñido pero afirmó con la cabeza observando los firmes pechos de la morena que estaban a escasos centímetros de sus ojos.
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Cruce de destinos
FanficRegina Mills y Emma Swan se encontraran para cambiarse la vida mutuamente. Regina Mills una prestigiosa abogada y Emma Swan una futura mujer de negocios.