Después de varios días sin verla en persona, por fin coincidimos con Lucy a la salida de la universidad. En cuanto se acerca, Ivi la abraza como si hubiesen estado separadas todo un siglo y la arrastra con nosotros en nuestro camino hacia el coche de Alec. Según su último mensaje, acabará su última clase en unos diez minutos, así que he decidido esperarlo en el aparcamiento para aprovechar que ha salido el sol después de varios días de lluvia.Justo cuando descubro el coche de Jared no muy lejos del de su mejor amigo, Ivi se detiene en seco.
—¡Se me acaba de ocurrir una idea! —exclama, girando en redondo y con una gran sonrisa resplandeciendo en sus labios.
Tanto Lucy como yo la miramos de forma suspicaz; su arrebato es demasiado sospechoso.
—¿Qué clase de idea? —pregunta Lucy.
Ivi compone una mueca indignada.
—Nada de lo que sea que estés pensando —asegura, y Jared, a mi lado, ahoga una risa.
—Ilústranos, entonces —digo yo.
Su sonrisa vuelve a aparecer al instante y se aparta el pelo que el viento insiste en llevarle al frente.
—¿Qué os parece si hoy vamos a comer al lago?
—Ivi. —La voz de Lucy está cargada de paciencia—. Estamos en pleno noviembre. No es el mejor momento para hacer picnics. Ayer mismo llovía a cántaros y han anunciado que este fin de semana lo más probable es que comience a nevar.
—Oh, vamos. ¡No hace tanto frío! —En contra de sus palabras, el vaho se eleva en el aire con cada exhalación—. No ha llovido en toda la noche, ¡y hace sol! Serán solo un par de horas. Me apetece estar al aire libre ahora que todavía podemos.
—Ni siquiera tenemos comida —insiste Lucy, cruzándose de brazos. Luego, me mira a mí—. Dile por qué no es una buena idea, a ver si a ti te hace caso.
De pronto, me siento en una encrucijada. Lucy me contempla a la espera de ser la voz de la razón mientras que Ivi me dedica ojos de cordero degollado. La idea no me parece del todo mala, pero Lucy tiene su parte de razón, así que no sé de parte de cuál ponerme.
Incapaz de decidir, apelo al otro integrante del grupo y el que, supongo, nos llevará al lago de acabar accediendo.
—¿Tú qué dices, Jared?
—Yo voto sí —contesta con una sonrisa divertida—. Evelyn tiene razón. Tenemos que aprovechar ahora que todavía podemos ir a algún sitio.
Lucy bufa y pone los ojos en blanco.
—Por supuesto. Los novios apoyándose mutuamente en las locuras del otro. No sé ni por qué pregunto.
Ante su cara de completa irritación, Jared se ríe sin vergüenza alguna e Ivi la abraza desde atrás y apoya la barbilla en su hombro.
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El destino de la luna
Kurt AdamLo que más odia Selene es empezar de nuevo. Alec, por el contrario, detesta no poder hacerlo. Cuando ella pisa el pueblo por primera vez, al instante queda claro que son demasiado distintos y, sus mundos, completamente diferentes. Sin embargo, no to...