Me arreglo el vestido y me paso las manos por el pelo. Joder, que vergüenza, yo con estas pintas de recién follada. Miro a Harry, está esplendido como siempre, nadie podría decir que acaba de echar un polvo, excepto yo.
-Estás perfecta.- me dice cuando ve que no paro de mirarme en el cristal del mini bar.
Suspiro, dios ayúdame.
Coge la maleta y me agarra de la mano, tirando de mí fuera de la oficina. Su dedo presiona el botón de llamada del ascensor. Entramos y el silencio se hace, miro hacia las puertas todo el rato.
-Deja de mirarme así.-le digo aún mirando hacia las puertas, pero sé que me mira, fijamente.
-¿Por qué?
-Porque me pone nerviosa...
-Pero a mí me gusta mirarte.
Antes de que pueda abrir la boca, las puertas se abren y oigo todo el bullicio de gente, pasando de aquí para allá con ropa en las manos.
Pasamos entre todas las personas y miro hacia un grupo de chicas adolescentes, que cuando pasamos por su lado cuchichea sobre lo bueno que está.
Estoy feliz, voy de la mano de un pedazo de hombre, he pasado unos maravillosos días en Francia y acabo de tener un orgasmo. Nada puede empeorar este día.
-¿Tienes hambre?-me pregunta cuando llegamos hasta su coche, un flamante Mercedes plateado, ¿no tenía un Range Rover?
-Mucha.-me abre la puerta y entro en el coche, la fría tapicería de piel me congela la espalda y veo como Harry pasa por delante del coche y llega hasta la puerta del piloto. La abre y se sienta, metiendo la llave en la cerradura.
-¿Te apetece desayunar puncakes?
Mis tripas rugen solo de pensarlo, sí por favor.
-Mi estómago te lo agradecería.- froto mi estómago para apaciguar los ruiditos que salen de él y maldigo por no haber comido nada antes de subirme al avión, con razón estaba tan mareada y casi poto en mi asiento.
-Voy un momento al baño- digo cuando llegamos a la cafetería.
-Voy a pedir ya, dime que quieres de beber.
-Café bombón con mucha leche condensada.
Harry va hacia una mesa vacía, y se sienta en una de las sillas. Camino hacia dentro y me quedo parada en medio de el local, buscando los aseos.
Me giro y tengo delante a un camarero, con una bandeja llena de platos en las manos que me esquiva para que nada se caiga.
-Perdone, ¿los aseos?
-Fondo a la derecha.
-Gra...-me callo, ha salido disparado hacia las mesas.
Voy hasta los baños y cuando entro me encuentro a una mujer apoyada contra la pared.
Sonrío un poco y espero junto a ella, necesito arreglarme y sacarme las bragas del culo porque me están matando.
-Vamos Stela, las he visto más rápidas.
-¡Ya voy, mami!
-¿Necesitas que te ayude con las medias?
-Nooo.
Veo a la madre desesperada, parece que lleva ya un rato esperando a su hija.
Casi me río cuando momentos después la niña empieza a cantar una canción de Justin Bieber y la madre agarra el pomo de la puerta.