Vaya agotamiento, hoy estoy que me muero de sueño, pero no puedo dormirme, tengo demasiadas cosas que hacer. Abrir la tienda, recibir miles de cajas con nuevo stock, colocar todo en su sitio, organizar el almacen, atender en la caja y mil cosas más. Intento que el día se me haga más llevadero, me tomo un buen almuerzo en la cafetería de la esquina: un baggel de lechuga y bacon y un smoothie de fresa y platano. Hora tras hora, tras hora, se me pasa el tiempo cada vez más rápido. Y mi barra de energía ha subido poco a poco. Me despido de los últimos clientes y termino por hoy. Leona me espera en la puerta, hemos quedado para ir al cine y cenar juntas. Caminamos hasta el coche, dejo todas mis cosas en el asiento de atrás, tengo que pasar por casa a cambiarme.
Cuando llegamos, me bajo corriendo y abro la puerta, entro y voy disparada al armario. Me quito el uniforme y me pongo unos vaqueros y un body blanco, lo combino con unas sandalias de tacón y voy al baño a peinarme.
Mi teléfono suena, miro la pantalla, Harry.
-Hola.- pongo el manos libres y lo dejo encima del lavabo mientras me hago una coleta.
-Hola, ¿qué haces esta noche?.- oigo jaleo de personas y coches a través del altavoz.
-He quedado con una amiga para ir al cine y cenar juntas, ¿y tú?
-Supongo que me quedaré solo, ¿podré verte luego?
-Si vienes a recogerme sí, te mandaré un mensaje cuando acabe.
-De acuerdo, nos vemos nena.
Oigo el claxon y salgo disparada hacia el coche.
-Ya estoy, ya estoy.- digo entrando al coche.
-¿Es que vamos a cenar con algún tiarrón, chica? Por cierto, hablando de tiarrones, ¿como te va?
-No me puedo quejar, ¿tu tienes algo por ahí?
-Que va nena, mi relación con Tommy cada vez es más estrecha.
Tommy es su vibrador.
-No me como una rosca, tía.
Llegamos y vamos a la taquilla a sacar dos entradas, hemos decidido ir a ver una de esas romanticonas y muy empalagosas, odio estas películas pero accedo cuando veo que Leona se muere de ganas de verla. Compramos palomitas, chocolatinas, golosinas y todo lo que nos encontramos en la tienda. Ah, y una Coca Cola Zero, la dieta hay que mantenerla.
Cuando salimos del cine vamos a cenar en una pequeña tasca de comida española, Leona nunca ha probado la comida española y la he obligado a venir. Pedimos varias tapas, bocadillitos y algunos platos. Leona sale muy satisfecha del lugar, le ha encantado, incluso ha repetido los huevos estrellados. Damos una pequeña vuelta para bajar la cena, estamos llenísimas. Saco el móvil y le mando un mensaje a Harry, avisándole de que en una media hora ya puede venir.
Cuando Harry me avisa de que está llegando, Leona y yo ya nos hemos despedido. Lo espero en la entrada del centro comercial, mientras doy vueltas todo el rato de un lado a otro. De repente, me cae una gota, toma, la primera y en la frente. No llevo nada con que taparme, pero a lo lejos, aparece mi salvador en un magnifico deportivo.
Salgo corriendo para no mojarme hasta llegar al coche.
-Has llegado justo a tiempo, está empezando a llover.
Me mira, muy atentamente de arriba abajo.
-¿Qué tal ha ido?
-Muy bien, hemos cenado en una tasca española y me ha hecho pensar, que quiero volver a España.
Aparta la vista de la carretera rápidamente.
-¿Piensas irte y no volver?
-No, no, hablo de hacer un viaje y pasar unos días allí. Echo de menos poder hablar español con todo el mundo. Y echo de menos a mi familia.
-Por un momento pensaba que te iba a perder para siempre.
-No podría hacerlo. ¿Me acompañarías?
-¿A España? ¿Por qué no? Nunca he tenido la oportunidad de ir.
-Me encantaría que me acompañaras, te enseñaría las preciosas playas que hay, cenaríamos y después lo haríamos en la arena a la luz de la luna.
-Tu plan me parece muy apetecible, pero más me lo pareces tu ahora mismo.
Le acaricio el antebrazo, está tan guapo con su jersey blanco, el pelo fresco y mojado, todo en el es maravilloso.
Le poso la mano sobre la entrepierna, ya está preparado, le doy un apretón y le miro a los ojos mientras intenta mantener la mirada en la carretera.
Pero yo sigo, le abro el botón y la cremallera y le acaricio sobre el boxer.
-Nena, me encantaría que ahora mismo me la chuparas aquí, pero te pido que pares si no quieres que no pueda mantener las manos en el volante y nos estrellemos contra algo.
Le doy un último apretón y le cierro el pantalón.
Cuando llegamos a casa intercambiamos miradas mientras los dos nos quitamos la ropa para meternos en la ducha. Los dos sabemos lo que queremos, a el, a mí.
Y eso hacemos, poseernos el uno al otro.