Vigésimo Capítulo

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Durante toda la mañana, Atilio la acompañó, la observó desayunar y trató de entablar una conversación con ella pero Refugio no estaba muy por la labor de hablar, ella en cambio estaba pensativa, ¿como haría entender a Atilio de que debía olvidarse de ella?, ¿como hacer para que él comprendiera que lo mejor era terminar con una relación que estaba destinada a fracasar por su enfermedad?, había alguna posibilidad de que ella se salvara, quizá si la había pero una entre un millón y no podía, no debía ser egoísta y provocar un sufrimiento mayor en él, no se lo merecía.

Doc: (entre tantos pensamientos no se percató de que él doctor había entrado en la habitación) buenos días (saludó con una sonrisa) ¿como se encuentra? (acercándose a la camilla).

Re: bien, doctor, buenos días.

At: ¿ya le van a dar el alta? (se adelantó a preguntar) es que quiero llevarme a mi mujer con un especialista y no quiero perder tiempo, cada segundo es importante.

Doc: Tranquilo, señor Montenegro, en unos minutos la señora podrá irse pero antes, tengo que hacerle un último chequeo (miró a Refugio) ¿puedes sentarte en la camilla?.

Re: Claro, doctor (se sentó).

Doc: (revisó que su corazón estuviera en buen funcionamiento y después hizo lo mismo para valorar la capacidad de movimiento en sus pulmones cuándo tomaba y extraía el aire al respirar) muy bien (se colocó frente a ella y con un aparato que se encontraba en la habitación, parecido a un escáner, hizo una ligera observación a su cerebro) bien (dejando el aparato aún lado para apuntar en una lista que había dejado sobre la cama) todo sigue igual, dentro de lo que cabe está bien pero debe cuidarse, no puede tener excesos de nada, lleve una vida tranquila para evitar nuevos desmayos o la cosa podría empeorar (aconsejó).

Re: Lo haré.

Doc: puede vestirse cuándo quiera, ya puede irse (le dió la mano en forma de despedida a Atilio) que les vaya bien y espero que funcione el tratamiento con ese especialista, con permiso (salió).

Re: (tomó su ropa de una bolsita y se dirigió al baño).

At: ¿quieres que te ayude a vestirte?.

Re: no, puedo sola (entró en el baño, después de vestirse se miró al espejo, de pronto quiso llorar y no pudo reprimirse, tal vez ahora estaba entrando en una depresión, pero, ¿quién no?, su vida estaba cayéndose cuál torre de naipes al ser soplada por una suave brisa que pronto se convertiría en un fuerte y temido huracán).

At: (la escuchó sollozar y sintió crujir su corazón, le mataba saber que ella estaba mal, daría todo por estar en su lugar en aquel momento)...Refugio (tocó la puerta).

Re: (se secó las lágrimas y salió del baño para toparse de frente con él) ya estoy lista, ¿nos vamos? (actuaba como si no pasara nada).

At:  (asintió sin darle más importancia, comprendió que ella no quisiera hablar del tema, salió junto con ella, por el pasillo del hospital la tomó de la mano, ella se soltó con algo de brusquedad) ¿por qué haces eso?.

Re: te dije que lo nuestro se acabó, no quiero que me tomes de la mano, no lo hagas...

At: y yo te dije que para mi sigues siendo mi mujer (la volvió a tomar de la mano, una vez más ella se soltó) Refugio...

¿Qué es el amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora