Capítulo 4: Uniéndose en cuerpo y alma

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Entonces, Armando la lleva a su departamento, sin dejar de besarla ni por un rato, desde que salieron del auto.

-¡Ay, doctor! ¡Aquí no! ¡No queremos dar escándalos!

-¡Oh, Betty! ¡Yo se! Pero te extraño demasiado. Me temo que volverás a huir de mí. (Besándola boca)

-¡Prometo que no! sS no, no estaría aquí contigo.

-Que pena con usted, Beatriz, ¡Pero el deseo de estar contigo es mayor que mí vergüenza!

-¡Es porque no te avergüenzas de nada! -dijó Betty, mientras lo correspondía

-¿Ah, sí? ¿Es lo que piensa de mi, señorita? Pero...a mí no me preocupa. La amo de la misma manera, como nunca amé a nadie.

Tomaron el ascensor de servicio desde el estacionamiento hasta el departamento de Armando. Afortunadamente, no encontraron a nadie en el camino, o se habrían dado cuenta de lo excitado que estaba Armando.

Por suerte, él ya había recogido las fotos con Marcela, desde que rompio con ella.

- Espero que le guste, mi amor.

-¡Su hogar és divino, doctor! ¡Es hermoso!

- Betty admira el balcón, la vista y la decoración del lujoso y espacioso departamento

- Vea, nunca Nunca he traído a otra mujer aquí, Además de usted. Bueno, también traje a Marcela, pero fue solo después de que nos comprometimos, no antes ... Siempre quise traerte aquí, pero no puede... . Sostén su rostro y bésala dulcemente.. - ¡Te amo, Betty! Desde el fondo de mi alma!

-¡También te amo!

Luego la tomó en sus brazos y ella abrazó su cuello y se dejó llevar por él a su habitación. Acostados y acercados por el imán de amor y pasión que había dominado sus cuerpos, comienzan a desnudarse el uno al otro.

Como él ya se había librado de su chaqueta al entrar en el apartamento, y quitado el blazer de ella, le tocó a Betty librarlo de la corbata, y desabotonar su camisa, mientras él esperaba ansioso su oportunidad de continuar a desvestir a Betty, delicadamente. Ansiaba desnudar a esta nueva Betty, que aunque era hermosa, aún insistía en hacer el amor en la penumbra. Necesitaba saber si después de cambiar tanto, de tornarse la presidente de Ecomoda y no más su asistente, después de convertirse en una mujer hermosa, reconocida talentosa y brillante, admirada por varias personas merecidamente y ser cortejada por otros hombres, todavía quería estar con él.

Necesitaba saber si aquella seguía siendo la Betty que había conocido, después de todo lo que pasó, sí aún era su Betty, la que siempre se entregaba en cuerpo y alma a él.

Acostado sobre el cuerpo de su amada, completamente desnudo, sosteniendo su rostro delicadamente, continuaba besándole incesantemente, dejando que su cuerpo voluntariamente siguiera su destino de pegarse al cuerpo de Beatriz, poseyéndose dócilmente y luego con una pasión insaciable. Betty estaba allí de nuevo para devolverle la vida. Y esta vez, haría cualquier cosa para que fuera para siempre. Ni que le costara su status, su fortuna, su empresa, pues sólo no podía renunciar a estar allí con ella, de ser de ella, y de verla nuevamente totalmente entregada a su amor, siendo su Betty. Ella le pertenecía y él le pertenecía a ella. No habría necesidad de palabras, ya habían hablado bastante esa noche, mientras bailaban, por eso dejaban que sus cuerpos hablaran a través de movimientos, ahora lentos, ahora desenfrenados al ritmo de sus corazones que laten como si se les fuera a salir del pecho. Había suficiente luz para verse en los ojos mientras se cumplía el deseo de volver a ser uno: una amalgama de piel y sentimiento.

Esa noche se amaron de todas las formas posibles: con cariño, dulzura, pero también con desesperación, pasión, como si fuera la primera vez, pero también como si fuera la última. Una, dos, tres veces. Betty se dio cuenta de que, debido al hambre de amor que tenía Armando, ciertamente no había hecho el amor con ninguna en mucho tiempo. Lo cual era cierto, ya que su hambre solo podía ser satisfecha por ella. Así como solo él podía saciar su sed de amar y ser amada.

Después de varios momentos de mutuo éxtasis estuvieron allí todavía un tiempo, abrazados sobre el otro, contemplándose sin decir nada. No era necessário. Hasta que Armando iluminó el ambiente con su sonrisa, haciendo que Betty despertara de de su sueño y vio que se había vuelto a ser realidade.

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