Capítulo XXIV

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   Había decidido en acompañar a Paul al supermecado para hacer compras. No podía dejarlo solo, sentía que en serio necesitaba mi ayuda para cualquier cosa que hiciera.

   Subí la cremallera de su suéter gris y le acomodé la capucha detrás de su espalda, para después limpiar las pelusitas que tenía en su hombro. Paul me miró feo, pero intentado contenerse una sonrisa.

   —John..., ese tipo de cosas puedo hacerlas yo mismo.

   Le di un besito corto en los labios.

   —Pero no las haces, y está haciendo frío. Sería mucho peor si tuvieras un resfriado.

   Empujé el carrito con mi mano mientras me encargaba de besarle la mejilla con cuidado de no lastimarlo. Logré hacer que esbozara una sonrisita pequeña.

   —¿Llevarás algo de aquí? —formulé mi pregunta deteniéndome en el pasillo de cereales.

   Paul inspeccionó con mucho cuidado los estantes y se dispuso a escoger un par de cajas de cereal con sorpresa dentro. Las metió en el carrito y avanzó.

   —¿Cereales con sorpresa? —una risita se escapó de mis labios—. ¿En serio, mi amor? ¿Te gustan a ti o a Mary?

   Él dejó salir una risita sin mucho ánimo mientras que yo llevaba mis manos a los bolsillos de mi pantalón de mezclilla. Aquello lo había combinado con un suéter de tela calentita de color azul cielo con una franja negra en el medio que asentaba con mis zapatos deportivos del mismo color.

   —A Mary le gustan.

   —Sería bonito que hiciéramos compras juntos todo el tiempo.

   Paul, en vez de girar su cuello porque el collarín no se lo permitía, giró su cuerpo completo para verme.

   —Sería bonito, romántico y muy formal.

   —Una relación formal es lo que quiero contigo —le dije, haciéndolo sonreír—. Estoy disfrutando mucho el estar a tu lado.

   —Hasta que llegue Cynthia y te confundas.

   Hubo un silencio incómodo por unos segundos.

   —Por lo menos yo me confundo cuando la veo, pero tú estás confundido todo el tiempo —fui cínico.

   —¿Cómo que estoy confundido? —Paul adoptó un semblante molesto y se cruzó de brazos luego de hechar las cajas de cereal en el carrito—. ¿Qué te hace pensar que estoy confundido?

   —Linda. —Contesté—. Me dijiste ayer que seguías casado con ella a pesar que estaban en lugares distintos. Y eso me dolió..., me hizo sentir cómo un idiota. Siento que entre los dos está el fantasma de tu esposa.

   —Lo siento, John..., pero estoy siendo sincero contigo. No he podido amar a alguien cómo la amo a ella y mucho menos he podido amar a alguien más de lo que la amé. No estoy diciendo que jamás alguien lo logre y tampoco me estoy cerrando ante ante aquella posibilidad, es sólo que aún no ha sucedido.

   Solté un bufido mientras deslizaba la mano por mi rostro, comenzando desde mi nariz hasta finalizar en mi mentón. ¿Por qué simplemente no nos habíamos conocido antes de que él y yo nos hubiéramos casado? Así todo sería más fácil.

   —Me siento enteramente feliz contigo —prosiguió—, me siento diferente, me siento vivo, me siento completo... Y te quiero, pero no te amo tanto cómo la amé a ella. Y seamos sinceros, tú tampoco me amas a mí cómo amas a Cynthia.

   Me quedé en silencio por unos instantes porque descubrí que tenía razón en lo que estaba diciendo. Todavía amaba a Cynthia Powell y la extrañaba quizá tanto cómo él extrañaba a Linda Eastman.

Broken Hearts ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora