Capítulo XXXVIII

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Dedicado a Roratious_II por haber dado el primer comentario en el capítulo pasado, y a HojitasdeMaple por haber dado el primer voto en el capítulo pasado.

***

   Coloqué dos platos con un sándwich de queso y jamón sobre la barra de la cocina. Después serví dos vasos con zumo de frutas, y por último una taza de té.

   Cuando Martha, que estaba echada cerca del umbral de la cocina, alzó su rostro y emitió un pequeño chillido supe que debía ponerle la comida. Sin esperar más tiempo abrí los cajones de abajo, saqué su plato y la llené de mini-huesitos con olor apestoso que a ella le gustaba.

   —Ahí tienes.

   Ella ni agradeció: sólo sumergió su hocico en el plato y comenzó a comer. Yo salí de la cocina y me dirigí hacia las escaleras con ligera preocupación porque Paul no había salido. Estaba tardando demasiado, y eso no me dejaba estar tranquilo.

   Paul todavía no sale, pensé. Ha pasado mucho tiempo.

  Comencé a subir las escaleras de forma lenta, todavía descalzo y con únicamente el short que me había dado Paul al despertar. Sin esperar mucho caminé por el corredor y me posicioné frente a la puerta de su habitación.

   No se escuchaba nada, así que guié mi mano hacia la perilla con intenciones de abrirla. No, pensé apartando mi mano. Tengo que darle su espacio, lo necesita...

   Apreté mis labios y sentí miedo al no escuchar absolutamente nada. Volví a guiar mi mano para abrirla, pero antes que pudiera tocarla la perilla giró y la puerta abrió desde adentro, mostrando el rostro de Paul.

   —Oh... —sentí vergüenza—. Vine a ver cómo estabas.

   Pero su rostro contestó mi incógnita. Tenía la punta de la nariz y pómulos enrojecidos e hinchados, al igual que sus ojos húmedos que me dieron a entender que había estado llorando mucho.

   —Gracias...

   —Saqué la ropa, metí la otra en la secadora y preparé desayuno... Aunque creo que es mejor almorzar porque ya es mediodía.

   —Gracias —Paul dibujó una pequeña y desanimada sonrisa de lado mientras bajábamos las escaleras—. Lamento hacer que hayas hecho eso.

   —No te preocupes —me apresuré a decir—. No me molestó hacerlo...

   Un silencio incómodo nos acompañó hasta la cocina. Quería hacerle miles de preguntas en cuanto a lo que había visto en el teléfono de Linda, pero realmente no me atrevía por lo sensible que era el tema.

   Paul tomó asiento en la sillas altas de la barra, tomó la taza de té y dio un sorbo pequeño.

   —Está bueno, gracias.

   Iba a plasmar mi trasero en la silla cuando noté que sus ojos volvieron a cristalizarse. Parpadeó, intentando ahuyentar las lágrimas pero no le funcionó porque de inmediato comenzaron a correr por sus mejillas una vez más.

   —Ah, Paul... —un suspiro de frustración se escapó de mi boca—. Amor..., no me gusta verte así...

   Fui hacia él, me posicioné a su lado y deslicé mi mano por su cabello para acariciarlo mientras tomaba asiento a su lado.

   —¿Estuvo mal haberte dicho? —le pregunté, buscándole la mirada. Me sentí demasiado mal al percatarme que sus ojos cristalizados estaban puestos sobre la mesa—. No sabía cómo hacerlo, pero sentí que debía hacerlo. Pero estás así... y de verdad creo que estoy arrepentido de habértelo dicho.

Broken Hearts ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora