Capítulo IX

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   Mary y Julian se apresuraron a ir hasta las escaleras para subirlas. Cuando, más o menos, iban por la mitad, el timbre volvió a sonar y me estrecé más.

   "¡John, John!", exclamó. "¡En serio necesito que abras rápido!"

   —¡Ya las encontré!

   Cuando los chicos desaparecieron, tomé aire, estiré mi mano y abrí la puerta de casa con ayuda de la llave. Paul estaba detenido frente al umbral, vestido con su uniforme de policía y con un semblante pálido que logró asustarme.

   Hacía movimientos raros, como si estuviera retorciéndose de algún dolor.

   —John..., necesito que ayudes... Necesito un favor tuyo...

   —Ay, dios —me puse muy nervioso, y me resultó imposible no tartamudear—. ¿Qué sucede?

  Sin esperar a que yo se lo permitiera, Paul se adentró rápidamente a la casa y comenzó a desabrocharse el cinturón donde tenía el forro del arma y las balas, con una agilidad impresionante y sin dejar de retorcerse.

   —P-Pero... —seguía muy confundido—. ¿Qué sucede?

   —¡ME ESTOY CAGANDO! ¡NECESITO UN BAÑO URGENTE!

   —¡Oh, comprendo! ¡Sube, sube!

   Aceleró sus piernas hacia la escalera y yo lo seguí, mientras le ayudaba a quitarse la chaqueta.

   —¡Jamás bebas té con leche luego de haberte comido una banana! ¿¡Me oíste!? ¡JAMÁS!

   Una carcajada se escapó de mis labios ante lo que había dicho y ante la situación en la que nos encontrábamos.

   —Bueno, gracias por tu consejo. Lo tomaré en cuenta para no cagarme en tu retrete.

   Transitamos por el corredor de la forma más a apresurada posible hasta que logré guiarlo hasta la puerta del baño. Nos detuvimos en la puerta porque Paul no podía quitarse el cinturón.

   —Maldita sea, maldita sea —gruñó con desesperación, intentando quitárselo lo más rápido posible—. ¡Agh, no puedo! ¡Siento que me voy a caimpacientes, ni m ¡Ya no puedo apretar más el culo!

   Pasé mis manos por su cintura, rodeando su robusto cuerpo y guiándolas hasta el cinturón, el cuál desprendí al acto.

   —¡Déjame ayudarte! No quiero que te cagues encima.

   —¡Gracias, qué considerado!

   Sus movimientos desesperados e impacientes me dificultaron un poco para poder desabrochar su pantalón y bajar el cierre, pero al cabo de un rato logré hacerlo.

   Y en ese preciso momento, Mary y Julian asomaron sus cabezas para poder echar un vistazo por el pasillo y ver el alborto que Paul y yo estábamos haciendo. Lograron ver mi cuerpo muy cerca del suyo y mis manos bajando sus pantalones de la forma más rápida posible.

   Su cara fue de desconcierto total, y tuve que hacerles señas para que desaparecieran antes que Paul mirara en dicha dirección.

    —¡Listo, listo! ¡Ya está!

   Paul corrió hasta el retrete mientras bajaba su bóxer e inclinaba su cuerpo para evitar que mis ojos presenciaran su desnudez. Seguidamente plasmó su trasero y se escuchó un sonido raro que hizo que sus mejillas se tiñeran de rosa.

   Yo seguía detenido en el umbral de la puerta, mirándolo y esbozando lentamente una sonrisa burlona al darme cuenta que por fin había podido expulsar un chorro de heces.

Broken Hearts ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora