Un latigazo al corazón,
un vuelco a tu pecho izquierdo,
un amaneramiento de sístoles
y diástoles,
un bombeo desbocado
que conjunta
con tu sonrisa,
un latir obligatorio
y tan funcional
como cada mueca teatral
que tus labios dibujan
a cada hora
para restarle importancia
a tus ojeras marcadas,
a tus noches en vela
entre llantos tan callados
como los rotos
que escondes tras la coraza
que has ido creando
entre remiendo
y remiendo
de tu pobre órgano vital,
ese que ha soportado tempestades,
incluso, más potentes,
que los monzones veraniegos
que asolan la parte central
de la Tierra,
de las estrellas encendidas
que posees en tu mirada
que, fugaces, solo brillan
cuando la Luna las ilumina
con esa soledad
tan palpable para ruinas
como las que en ti habitan.
ESTÁS LEYENDO
Desolación.
RandomPlasmando pedacitos de su alma en hojas de papel, libera lágrimas que la ayudaban a dejar de naufragar durante el tiempo en que su dolor se fundía en tinta.