Obras de arte.

84 7 0
                                    

Y te sientes sola pese a que la soledad siempre te sigue allá donde vas.

Pero tú no quieres algo a tu lado que ni siquiera puedes ver, sino que deseas contar con alguien que no te vaya a dejar caer, que te abrace cuando peor estás y te haga sentir que tus pedacitos se están recomponiendo, que sepa ver que dentro de ti no deja de llover pese a esa sonrisa que siempre llevas a cuestas como algo obligatorio, o, más bien, necesario para convencerte de esos estoy bien.

Quieres, necesitas, alguien que te haga sentir a salvo, que te saque de este vaso medio vacío que te está ahogando.

Pero, chica, estás sola.

Menuda novedad, ¿verdad?

Nótese la ironía, pues la caída sigue causando estragos aprovechándose de que no hay nadie para combatirla porque, tú, solo eres un soldado delirando a causa de las balas en su costado de quien menos creía que apretaría el gatillo.

Y, oye, podían haberte disparado en la sien para matarte de golpe en vez de dejarte en este delirio constante que no hace otra cosa que causarte un dolor profundo y angustiante que no puedes frenar con nada, ni siquiera con lágrimas, pues éstas se cuelan por tus heridas haciendo que escuezan, que no te olvides de ellas ni un solo segundo.

Querrías pasar a una página en la que no quede ni rastro de todo este miedo a no dejar de caer nunca, a no encontrar a esa persona que sane tus heridas, las cosa, las vende con parches de los mismos colores que pintan tu vida gracias a ella, y las contemple descubriendo en ellas verdaderas obras de arte.

Pero parece que esta página está decidida a no pasarse, a quedarse anclada, al igual que tú lo estás, en aquel pasado en el que nada podía pasarte o, al menos, eso era lo que tú creías, pues las roturas que habitan a día de hoy en ti demuestran que, una vez más, estabas equivocada, que los rotos se pueden hacer más hondos.

Desolación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora