Un corazón diana.

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Tan solo la luna solitaria en fase de cuarto menguante observa, desde la lejanía del cielo nocturno desierto de estrellas, cómo el fuerte viento agita tu pelo enredándolo entre lagunas creadas en tus párpados hundidos a causa de tus amplias ojeras marcadas, y cómo, por un momento, estás a punto de nombrar sus dedos entre tal enredo, pero tu cabeza, por una vez, le gana al corazón la partida haciéndote consciente de que eso solo sería una quimera que te llevaría a una caída más dolorosa que su bala-despedida impactando de lleno en el centro de la diana que parecía llevar dibujada tu pecho izquierdo. Y es ahí cuando caes al recibir el golpe de los ecos de su adiós envuelto en rotos, ruinas y soledad que no te abandonan, por más que lo deseas, como él.

Desolación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora