Luego de que un evento trágico acabara con la perfecta vida de Hannah, ella se ve obligada a volver a Reseda, la ciudad donde creció. Ahora está en medio de una guerra entre dos dojos de karate, debe elegir entre sus amigos, tolerar que el chico que...
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Hannah amaneció con el irritante sonido de la voz de su padre. Por un segundo tuvo fe de estar teniendo una pesadilla, y no tardó mucho en abrir los ojos y darse cuenta que efectivamente estaba viviendola. Sus padres, las personas que ella menos quería ver en este momento, estaban sentadas al lado de su cama.
— Te dije que ibas a despertarla— regañó Sasha a su esposo
— Esa era la intención, ya no soporto este lugar
— Solo llevamos aquí 15 minutos...
— ¿Y? Continua siendo demasiado tiempo ¿cuántas enfermedades podemos adquirir en este lugar?— se quejó con asco el hombre
Hannah no dijo nada, solo murmuró un quejido mientras cerraba los ojos de nuevo e intentaba obligar a su cerebro a dormirse otra vez. Su madre pareció notar su gesto y se levantó de su asiento para estar a la altura de la camilla de su hija.
— Cariño ¿cómo estás?— la menor estaba dispuesta a ignorarla pero aquel apodo le provocó cierta molestia
— ¿Cariño?— la miró incrédula— Solo estamos nosotros tres, no necesitas fingir, Sasha
— No me trates así, realmente estaba preocupada por ti— su madre la miró con los ojos apagadaos y un tono de tristeza, pero eso a Hannah no le movió un pelo, no sentía lástima
— Tanto que anoche dormían comodamente en un hotel?
— ¿Dormir es un delito?— soltó esta vez Héctor con una mueca de superioridad
— No ¿saben que si lo es?— respondió la pelinegra con sarcasmo— Obligar a su hija a callarse ante un abuso solamente para poder seguir manteniendo amistad con el padre de su abusador
Hannah sintió como el peso poco a poco salía de ella. Odiaba a sus padres y no iba a fingir lo contrario, por fin podía decirles todo lo que por tanto tiempo se estuvo guardando. Ya no se sentía aterrada ni presionada, no les debía nada.
— Ya va a empezar— murmuró Héctor poniendo los ojos en blanco
— Quizás podríamos haber tenido esta conversación antes, si mínimo hubiesen enviado un mensaje
Aunque lo ocultaba bastante bien, sin duda seguía molesta por el hecho de que desde que se mudó ninguno le escribió ni mucho menos la llamo. Sus padres la miraron haciéndose los desentendidos.
— Si, eso pensé...
— ¡¿Podemos parar con esto de una vez?!— gritó Sasha— Hannah, cometimos errores, si, pero seguimos siendo tus padres y ambos estábamos preocupados
— Habla por ti...
— ¡DIJE QUE AMBOS!— volvió gritar la mujer fulminado con la mirada a su esposo que actuaba como un niño pequeño, luego volvió a dirigirse a su hija— Estás enojada y tienes todo el derecho a estarlo pero eso no significa que puedas faltarnos el respeto
