Samantha escuchó un ruido y abrió los ojos encontrándose con oscuridad y sola en la habitación, o eso creía ella cuando vio el cañón de un arma señalándole la cabeza. - ¿Cómo diablos te has vuelto a saltar la seguridad? – preguntó de mala gana mirando a la persona en cuestión a los ojos - ¿Sabes qué? En un principio fuiste una mera civil que se cruzaba por mi camino pero... Tus ojos me recordaron a alguien que una vez acabó con alguien importante para mí... Seguro que esto que quiero hacer se llama justicia, ¿no crees? – el hombre hablaba esperando que Samantha tuviera miedo o que Samantha suplicara por su vida o algo por el estilo. Aunque el cerebro de Samantha trabajaba bastante rápido pero estaba cebada a calmantes y no era capaz de pensar. Echó un vistazo a la habitación y Steve se había dejado allí su placa y la pistola, ¿irresponsable? Tal vez, pero podía ser la única oportunidad que tenía, poco a poco con forme el que tenía el arma en la mano hablaba ella iba moviendo la mano hacia la pistola. Finalmente y con un movimiento brusco la cogió entre sus manos – Puede que si te disparo me dispares tú a mí, si quieres salir con vida de esta baja la dichosa pistola y cuéntame de qué conoces a mi madre – espetó apuntando a su cabeza, no se lo pensaría dos veces si no respondía – Mató a mi padre en su última misión – susurró con una asquerosa sonrisa en los labios. Samantha cerró los ojos con fuerza y apretó los labios sujetando el arma – Baja el arma – pidió Samantha observando como Steve entraba en la habitación con cuidado y se colocaba en posición para desarmarle.
En cuanto Steve le agarró Samantha soltó la pistola y la dejó en su sitio observando la escena, suspiró mirando a Steve – Creo que me has salvado la vida, por segunda vez, gracias – comentó Samantha incorporándose para levantarse de la cama – Eh, no te puedes levantar todavía, se te abrirá la herida – dijo entregándole al preso en cuestión a los guardias de la entrada que habían ido a tomar un café, que puntería, ¿no? –Me da igual, me vuelvo a la base, vuelvo a mi casa no me pienso quedar más en este sitio, nada más llegar ya me han disparado e intentado matar dos veces, creo que es una indirecta del universo para que me vaya – comentó cogiendo su uniforme y quitándose el camisón del hospital, le daba exactamente igual que estuviera el Capitán de Fragata Steve Mcgarrett delante, nunca había tiendo demasiado pudor. Se puso la camiseta blanca de su uniforme y luego trató de ponerse la chaqueta encima pero le acabó por doler – Samantha, no te puedes ir ahora, hazme el favor de tumbarte y esperar a que se cure tu herida, luego ya hablarás con tu padre, porque tengo un posible trabajo para ti – comentó Steve, Samantha frunció el ceño y negó – No, me vuelvo a mi casa, no se me ha perdido nada aquí, vine en busca de respuestas y voy a volver con un agujero más en mi cuerpo y con más dudas que antes, ¿quién era ese? – preguntó señalando con la cabeza al individuo en cuestión – Hijo de un terrorista, me temo que no estabas en el momento equivocado Samantha, me temo que iba a por ti y si él iba a por ti pueden ir muchos más, la única manera de que estés segura es quedarte aquí... - dijo él acercándose a la chica y obligando a que se tumbara de nuevo – No me voy a quedar aquí Mcgarrett, no me gusta este sitio, puedes ofrecerme todo el trabajo que quieras, yo me voy – dijo con total seguridad, Steve suspiró pasando la mano por su propio mentón pensativo – Mira, déjame un día para que te demuestre que este lugar esconde muchos lugares preciosos que merecen la pena – dijo con total seguridad mirándola a los ojos. Samantha suspiró y asintió – Un solo día, cuando salga de aquí – añadió alzando ambas cejas – Si no me gusta me vuelvo – aseguró. Steve asintió y se sentó en la silla al lado de la camilla observando como Samantha acababa cayendo en un sueño profundo, los calmantes hacían efecto y cada vez parecía dolerle menos, o las pastillas eran muy buenas.
¿Cuántos días habían pasado? ¿Tres? ¿Cuatro? ¿Cinco? ¿Una semana? No estaba segura de cuánto tiempo llevaba en esa dichosa habitación y estaba todo el día rodeada de policías, cosa que no entendía porque se suponía que el chico en cuestión estaba entre rejas, pero bueno. Había charlado con la chica del 5.0, con Kono, había conocido a Chin y había estado hablando durante horas con Danny, al que no había vuelto a ver el pelo era a Steve, desde el día que ella le dijo que se iba de Hawaii no había vuelto a aparecer por lo que se lo tomó como un "me da igual que te vayas y no voy a hacer nada para que te quedes". Eso solo mejoraba la situación.
Se estaba quitando la ropa del hospital cuando Danny entró con una pequeña niña en la habitación –Vaya, me han hablado mucho de ti, ¿eres Grace verdad? – la niña asintió y se puso a dar vueltas por la habitación enredando con las cosas. Samantha miró a Danny unos segundos a los ojos y le dedicó una sonrisa – Steve no ha venido estos días porque su pareja o... Antigua pareja o lo que sea ha decidido acabar con él y quedarse en Afganistán – acabó diciendo Danny, provocando que Samantha carraspeara – Solo te lo digo porque me ha dicho que te explique porque no se ha pasado por aquí... - aclaró dando a entender que él no era ninguna clase de cotilla ni quería dar esa imagen, él era un tipo en el que podía confiar – Bueno, yo cogeré un vuelo a las cinco de la tarde, por si le interesa. Ha sido un verdadero placer conocerte a ti, a Kono, a Chin y a Steve, aunque él me conocía de antes – se rascó la nuca con confusión y preparó sus cosas para irse abrazando antes a Danny.
Agarró su bolso y pidió un taxi – Ah no, para nada, te llevo yo al aeropuerto – dijo una voz detrás de ella, se encontró con Steve, frunció el ceño – Así que has desistido a que me quede, ¿eh? – preguntó alzando una ceja y Steve asintió cogiendo su bolsa de mano y metiéndola en el maletero de su todoterreno. Se montó en el asiento del copiloto y Steve negó – Conduces tú señorita – Samantha se quedó pillada pero cambió su rumbo y se sentó en el asiento del conductor – Sabes que si nos la pegamos y me tengo que quedar otra semana más en el hospital no cuenta como que hayas ganado, ¿verdad? – preguntó alzando una ceja divertida y Steve le hizo un gesto para que arrancara – Está bien, ¿a dónde vamos? – preguntó ya que ella no conocía las calles de ese lugar. Steve le dio unas cuantas indicaciones y acabaron en una montaña – Llámame loca pero esto no es el aeropuerto, ¿verdad? – preguntó mirándole. Éste negó y se colgó una mochila al hombro y comenzó a caminar. Samantha suspiró y se quedó parada unos segundos, pero acabó caminando detrás de él arreglándoselas muy bien ella sola para tener una herida de bala en el abdomen, herida que aún no estaba curada del todo pero que estaba bastante controlada.
-¿Cuánto tiempo llevamos andando? – preguntó quejándose detrás de él cuando él le tendía una mano para que pudiera subir una pequeña cuesta demasiado empinada para subir sin ayuda, claro está que no lo puedes subir a menos que seas Steve, él siempre puede. Llegaron a una enorme llanura preciosa, desde la que se podía ver una cascada y árboles por todos lados. Sonrió de lado –¿Sigues queriendo irte? – preguntó sonriendo estirando los brazos y acabó sentándose en la hierba. Samantha llegó hasta su lado y sonrió asintiendo – Sí, un paisaje bonito no me quitará las ganas de irme de este sitio, además he hablado con Danny y me ha dicho que esto solo empeora – añadió riendo sentándose como una india a su lado – Danny es un cascarrabias que no sabe disfrutar de la vida, y tú, Samantha, no pareces una chica cascarrabias – dijo con una sonrisa en los labios mirándola de reojo y pasó las manos por su pelo dejando la mirada perdida en el paisaje. Samantha lo observaba de reojo, ¿estaría pensando en la chica que acababa de dejarle? Ella misma asintió ante su pregunta – A veces hablar no sienta mal, Steve – dijo suavemente mirándole.
Steve estuvo callado durante más de veinte minutos, Samantha había optado por canturrear canciones en voz baja enredando con un trozo de hierba que había arrancado del suelo, una manía que tenía desde pequeña – Me ha dejado, sin más, después de haber estado en una relación durante más de diez años y así sin más, lo deja atrás, sin pensárselo dos veces, sin tener el valor de venir y decírmelo a la cara – comenzó a hablar sin si quiera mirar a Samantha mirando al frente totalmente serio, Samantha dedujo que no era lo suyo hablar de lo que sentía. Simplemente decidió no hablar y colocar una mano en su hombro con suavidad, a veces eso es mucho mejor que decir "lo siento". Las horas pasaban y pasaban y Samantha estaba observando el paisaje – Voy a dar una vuelta, Steve – le avisó levantándose del lugar y comenzando a caminar. Steve asintió y bajó la guardia sin fijarse en lo que hacía. De ahí que Samantha pisara una roca que estaba húmeda y resbalara cayendo por un acantilado. Suerte que había una rama a la que poder agarrarse.
ESTÁS LEYENDO
Último disparo (Steve Mcgarrett)
FanfictionElla hace lo que quiere, él impide que acabe muerta día tras día. Esta historia se desarrolla en la pequeña isla de Hawaii. ¿Quieres saber más? Solo tienes que empezar la lectura.