Capítulo 16

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El camino fue silencio y más silencio, Steve puso música para que el silencio pareciera menos presente, pero de poco funcionó. Samantha tenía la mirada perdida en el horizonte y parecía en trance, no se movía, estaba agarrada a sus piernas y no movía la vista en ningún momento. Steve paró el coche y se giró –Hemos llegado – murmuró mirando a la chica a los ojos unos segundos. Samantha asintió y se quitó el cinturón, Steve la frenó –Si quieres dormir en tu casa puedo llevarte, si quieres estar sola lo entiendo – dijo sin apartar la mirada de sus ojos. Samantha negó –Lo último que me apetece ahora mismo es estar lejos de ti – dijo en un susurro de voz casi inaudible, Steve dejó un beso en su frente y esperó a que se dirigiera a su casa. Samantha caminó a coger su bolsa, pero el chico se le había adelantado. Sonrió y esperó en la puerta a que él la abriera.

Se metió en el baño, se quitó el vendaje del abdomen y del cuerpo y se metió en la ducha, notando como las heridas escocían y escocían, pero una ducha era lo que llevaba necesitando días y días. Cuando se salió se secó, se colocó nuevos vendajes y tiritas y salió con un pijama puesto – Creo que es la primera vez que te veo en pijama – dijo Steve al verla en el salón. Samantha sonrió –Bueno, dicen que todas las parejas tienen una primera vez de todo... - después de decir eso cayó en la cuenta de que había dicho la palabra "pareja" y sacudió la cabeza –No debería haber dicho esa palabra – dijo cerrando los ojos. Steve se sentó a su lado – Esa palabra suena de maravilla –dijo rodeándola con un brazo y echando el cuerpo de la chica sobre el suyo.

Samantha dejó un leve beso sobre sus labios y se quedó pegada a su frente durante unos segundos – Deberías ir a dormir – murmuró el chico apartando un mechón de su cara, Samantha asintió levantándose del sofá con cuidado y subió las escaleras lentamente, se tumbó en la cama y dejó la mirada perdida en el techo de la habitación –Sé que no te apetecerá hablar del tema pero... Necesito alguna respuesta que me ayude a poder ayudarte, valga la redundancia... – murmuró el chico quitándose la camiseta y poniéndose la del pijama para tumbarse a su lado. Samantha lo miró unos segundos –Wo Fat quería saber dónde estaba mi madre – murmuró sin darle importancia. Steve se giró para mirarla unos segundos y se mordió el labio inferior con suavidad.

-Tu madre no murió en esa misión, tu madre... Abandonó la misión, la dimos por muerta pero... Ella contactó conmigo hace un tiempo, no está muerta – dijo mirándola a los ojos. Samantha se incorporó -¿Qué? ¿Mi madre sigue viva y tú lo sabías desde que llegué a esta isla preguntando con ella y no me dijiste nada? ¿No te pareció un bonito detalle decirle a tu "pareja" que su madre no está muerta? Joder Steve – dijo con un notable cabreo. Steve tragó saliva – No podía decírtelo, no podía, lo siento, tu padre lo sabía desde hace un tiempo, me prohibió contarte nada, él te lo contaría cuando decidiera yo... No te conocía tanto como te conozco ahora yo... Lo siento – dijo el chico acariciando el brazo de la chica con suavidad.

Samantha cogió aire y apoyó la cabeza en la almohada – Deberías habérmelo contado... Tenía derecho a saberlo, Steve me han torturado por eso y ni si quiera he tenido oportunidad para decir la verdad, no sabía la verdad – dijo cogiendo aire, sin más comenzó a contar en voz baja mirando a Steve. Él se levantó dispuesto a dormir en el sofá. Samantha había cerrado los ojos para contar, cuando los abrió lo buscó con la mirada sin dar con él. De un suspiro se levantó de la cama y bajó las escaleras con cuidado encontrándose con un Steve medio dormido en el sofá, con el brazo sobre los ojos. Suspiró rascándose la nuca desde las escaleras.

-Steve... No quiero dormir sola – murmuró, era lo más parecido a un "lo siento" que podría salir de los labios de Samantha, a pesar de que solo había cargado contra él por culpa de su padre él había hecho las cosas mal lo mirara por donde lo mirara, pero no debía portarse mal con él por querer protegerla. Steve la miró y suspiró levantándose del sofá y subieron a la habitación para tumbarse, Samantha con algo de miedo se acercó a él para besarle y luego se apoyó en la almohada –No me mientas, por favor – le susurró acariciándole el brazo distraídamente –No lo haré más – aseguró el chico con una media sonrisa en los labios. Miró al techo y notó como Samantha se iba quedando dormida, esperó unos segundos y se quedó dormido él.

Último disparo (Steve Mcgarrett)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora