Capítulo 17

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Steve había mirado en los sitios más lógicos, pero estamos hablando de Samantha, no estará en el sitio más lógico - ¿Dónde diablos se mete? - murmuró chocándose con Tucker, el cual le había llevado hasta la base - Me rindo, he pasado por aquí cuatro veces, he mirado en todas las habitaciones de los edificios... En todos los espacios al aire libre... No sé dónde más mirar - dijo desesperado haciendo que George se girara - Camina todo recto hasta acabar con las casas por allí - señaló al lado por el que iba encaminado - Gira a la derecha y busca rocas, rocas grandes - indicó continuando su camino.

Steve agradeció con una sonrisa y siguió las indicaciones que el chico le había dado con calma. Cuando llegó al final de las casas buscó a la cabellera pelirroja con éxito. Suspiró y se acercó lentamente sin hacer ruido para tapar los ojos de la chica con suavidad y dejar un beso en su cabeza - Se te da demasiado bien huir de mí - murmuró quitando las manos de sus ojos, se colocó a su lado. Samantha lo miró unos segundos y suspiró - Te dije que no vinieras - le murmuró girando la mirada hacia las vistas que tenía en frente.

Steve estuvo en silencio unos segundos mirándola - Soy tan o más cabezota que tú, ¿realmente esperabas que te dejara sola? - preguntó alzando una ceja, Samantha sonrió y negó - Esperaba que te quedaras allí con tu equipo y me dieras algo de tiempo para pensar o recuperarme o algo - dijo suspirando - ¿Te estoy agobiando? - preguntó Steve frunciendo el ceño. Samantha negó - No es eso y lo sabes... Simplemente, es un mal momento - dijo cerrando los ojos, Steve se levantó dispuesto a irse, Samantha le agarró la mano y no le permitió irse. Steve suspiró -Eres imposible, ¿qué tal estás? - preguntó pasando un brazo por su espalda y pegándola a él -Bien, creo que le he cogido un poco de asco a mi madre o a lo que sea esa mujer... Tú trabajaste con ella, la conociste más que yo, ¿por qué querría desaparecer? - preguntó mirándole, Steve se encogió de hombros -Tendrá sus razones pero... Por experiencia propia no indagues más, cuando quiera ser encontrada, se comunicará contigo - murmuró acariciando su espalda con suavidad.

Samantha le dio un beso en la comisura de los labios y apoyó la cabeza en su hombro después. Se quedaron allí hasta que la noche cayó y Samantha no habló en casi toda la santa tarde, lo cual preocupó soberanamente a Steve. Le acariciaba la espalda con suavidad y con una mano apoyada en el suelo echando el peso de ambos en él -Cuando quieras irte me avisas, ¿vale? -susurró dejando un beso en su frente. Samantha asintió pero no dijo nada durante todo el tiempo que estuvieron ahí.

Al cabo de un rato la lluvia comenzó a caer y Samantha ni se inmutó, cuando el cielo se oscureció y la luna salió a pasear seguía lloviendo, estaban empapados pero ni Steve ni Samantha se habían ido bajo techo -Vámonos, te vas a poner malo - dijo Samantha levantándose de repente, suspiró alargando la mano para que Steve la cogiera, alzó las dejas y el chico se la dio y caminaron juntos hasta la casa de su padre.

-Papá, estamos aquí - murmuró mirando la ropa y le entró la risa tonta -¿Por qué estáis empapados? ¿No os habéis ido bajo techo? - preguntó al verles empapando la entrada de su casa y riéndose como idiotas - Sí, papá estamos empapados porque nos hemos quedado debajo de la lluvia -murmuró encogiéndose de hombros, quitándose la camiseta - Cámbiate en el baño, que hay gente - la reprendió en voz baja, Samantha rodó los ojos - Papá, no tengo 16 años- advirtió la chica yendo hasta la que era su habitación hacía un montón de años para quedar en toalla -Steve, vamos a ducharnos anda - dijo, adrede, cogiéndole de la mano para llevarle hasta el cuarto de baño divertida - Creo que me estás usando para echarle un pulsito a tu padre, maja - le susurró pegándola a la pared rozándole los labios -Puede ser- murmuró la chica con diversión mordiéndole el labio inferior.

Steve sonrió y juntó sus labios con los de ella dejando que sus lenguas juguetearan y se dijeran que se habían echado de menos. Samantha se colgó de su cuello y Steve la rodeó con los brazos pegándola todo lo posible a él. Las risas inundaron la habitación junto a sonidos de besos que bailaban por el cuello de Steve y por el de Samantha. En poco tiempo la habitación había subido algunos grados de temperatura, o quizás era el cuerpo de Samantha el que irradiaba calor. Steve acariciaba el cuerpo de la pelirroja con suma suavidad, porque aún tenía muchas heridas abiertas, pero llevaban mucho sin hacer aquello.

Último disparo (Steve Mcgarrett)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora