Capítulo 3

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¿Nunca habéis tenido la sensación de que el suelo se abre a tus pies? Bien pues esa sensación era la que tenía Samantha, el problema era que no era una sensación, que era algo real, que tenía los pies colgando en el abismo y solo se sujetaba a una rama de un árbol que estaba cerca –Joder – dijo tratando de estar en una posición más cómoda – Steeeveeee – gritó como pudo notando como la dichosa herida se abría de nuevo y comenzaba a sangrar ligeramente. Se quejó y trató de hacer fuerza para subir, pero parecía que su fuerza había desaparecido. –Steeeveeee- volvió a gritar, por mucho que le molestara pedir ayuda la necesitaba – Socoorro – volvió a gritar dándose por vencida porque Steve parecía en un dichoso trance.

Los minutos pasaban y sus brazos cada vez fallaban más y no sería capaz de aguantar mucho más tiempo ahí enganchada. Trató de trepar sin soltarse de la rama pero era más peligroso hacer eso que aguantar ahí.

Mientras tanto en la cabeza de Steve no había más que Catherine para arriba y Catherine para abajo, ir a ese lugar para pensar era lo peor que podía haber hecho, además de haberse sincerado con esa chica, no debería haberlo hecho, ¿desde cuándo te sinceras con alguien tú Steve? ¿Desde cuándo? Solo lo hacía con Danno y claramente él no estaba ahí. Miró a su alrededor y vio que Samantha no estás - ¿A dónde ha ido? – preguntó levantándose del suelo y mirando a su alrededor, escuchó una voz femenina pidiendo auxilio y buscó con la mirada a la chica en cuestión.

-Steeveeee – volvió a gritar Samantha y el chico asomó el cabezón por el lugar – Vale, no te pongas nerviosa te voy a subir – dijo Steve con voz tranquilizadora -¿Qué no me ponga nerviosa? ¿Qué no me ponga nerviosa? Llevo aquí colgada como diez minutos llamándote y no sé dónde estabas pero no muy atento, joder – comenzaba a despotricar ella intentando colocarse la cuerda que Steve le pasaba por el cuerpo y esperando a que comenzara a tirar. Una vez en tierra firme suspiró y comenzó a caminar dirección al coche -¿Puedes llevarme al aeropuerto ya? – preguntó caminando lentamente hacia el coche con una mano en el costado. –Espera, espera, ¿se te ha abierto la herida?- preguntó Steve caminando detrás de ella por si se tropezaba se caía o algo por el estilo, ya se sentía bastante culpable por haberla dejado ahí colgada un rato sin darse cuenta de nada y él tan tranquilo en su mundo. Samantha ni respondió siguió caminando con cuidado de no caerse y se sentó en el asiento del copiloto muy calladita y con los brazos cruzados. Steve trataba de entablar conversación, pero Samantha estaba bastante cabreada con el chico.

En unos cuantos minutos llegaron al aeropuerto y le comunicaron que el vuelo ya había salido y que no podría coger otro hasta el día siguiente – Genial, ¿qué más podría pasar? – dijo mientras se reía, le había entrado la risa tonta y Steve la miraba con cara de "¿Estás loca o te está dando un patatús?". Samantha se sentó en una silla y siguió riéndose hasta que se le pasó la tontería –Bueno, tendré que buscar un sitio donde dormir, ¿no? – preguntó alzando ambas cejas mirando a Steve el cual había acabado riendo con ella porque tenía una risa muy cantarina y contagiosa. Samantha tras un rato acabó levantándose, cogió sus cosas y se dirigió al coche con una sonrisa -¿Me llevas a un hotel? – preguntó suspirando y Steve negó – Bueno, iré andando – comentó ella riendo y apoyándose en la puerta del coche de Steve y él se acercó divertido – No, que no vas a dormir en un hotel, en mi casa hay sitio – dijo Steve abriendo la puerta para que entrara. Samantha frunció el ceño y entró en el coche –Lo haces porque te sientes culpable y lo sabes – dijo riendo y Steve le dio la razón.

El viaje avanzaba y ella había bajado la ventanilla del coche y había apoyado la cabeza en a ventanilla y mirando el paisaje – La verdad es que es un sitio muy bonito – dijo Samantha en voz baja – ¿Estás admitiendo que te gusta Hawaii? –preguntó Steve con un tono burlón y Samantha asintió riendo – No adelantes acontecimientos Steve – continuó mirando el paisaje - ¿No tienes que ir a trabajar? – preguntó Samantha cerrando la ventanilla y girándose para mirar a Steve – Soy mi propio jefe y hoy no ha habido ningún caso, es un día más o menos libre – dijo sonriendo de lado mirándola unos segundos y luego volviendo la vista a la carretera.

Último disparo (Steve Mcgarrett)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora