Capítulo 9

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Continuaban caminando por los senderos mal señalizados cuando comenzó a llover como si no hubiera mañana – Mierda... - comentó Samantha mirando hacia el cielo, se quitó la sudadera que llevaba puesta, de color negro se había encargado de quitársela a Rachel para camuflarse más fácilmente – Toma Grace, no te vayas a poner mala – se la puso por encima – Sigue caminando – espetó dándole con el cañón de la pistola al armario. A la media hora de estar caminando Samantha ya veía casas en el horizonte, iba hablando sobre cosas alegres y muy tontas con la niña para que no pensara en todo lo que había pasado, ella no le había soltado la mano en todo el camino.

Steve comenzaba a ponerse de los nervios, los secuestradores no llamaban, Samantha no llamaba - ¿Por qué no llama ninguno? – espetó ya perdiendo los nervios, Danny y él estaban sentados en la cocina con los móviles encima de la mesa, Rachel trataba de dormir y Kono daba vueltas con Chin por la casa – Relájate socio, sabe arreglárselas sola – aseguró Danny ya mucho más relajado, tenía la sensación de que Samantha estaba bien y de que su hija estaba con ella, no sabía cómo explicarlo pero estaba mucho más tranquilo – Por cierto... Tú y ella estáis... ¿Saliendo? – acabó por preguntar, era el único que se había atrevido a preguntarle eso a Steve. Steve se pasó una mano por el pelo y cerró los ojos –No lo sé, después de que Catherine me dijera que se quería quedar en Afganistán, después de que me informara de que había encontrado su sitio... Me sentó fatal pero... Apareció ella y está poniendo mi mundo patas arriba – suspiró Steve omitiendo el pequeño detalle de que le había llamado esa misma noche – ¿Te gusta? –preguntó Danny, Steve respiró hondo y asintió – Olvídate de Catherine, ella te dijo que no la esperaras, tienes derecho a seguir hacia delante – Danny le dio un par de palmadas en la espalda – Ayer me llamó, Samantha lo cogió por mí y... Piensa que la he engañado que nunca llegamos a romper o algo así... No creo que confíe demasiado en mí – dijo Steve levantándose de la silla y saliendo de la cocina – No me puedes decir eso y esperar que no te diga que eres idiota – dijo Danny suspirando – Steve Mcgarrett no se rinde a la primera, Steve Mcgarrett siempre gana la pelea, siempre se sale con la suya... Vamos me obligaste a unirme a tu equipo, has conseguido que seamos como hermanos, no me vengas con tonterías tío – espetó Danny dándole ánimos.

Samantha, Grace y el armario llegaron a la parte trasera de la casa – ¿Grace hay algún timbre o algo así por aquí? –preguntó alzando una ceja y Grace buscó entre las hiedras para llamar – Traigo un paquete urgente, ¿podrían abrirnos la puerta trasera? – dijo Samantha divertida en el telefonillo, la puerta comenzó a abrirse –Grace corre – la animó Samantha y se quedó atrás con el armario – Tú, me vas a contar quién te ha mandado ir a por esa niña y si no lo haces... Yo misma me encargaré de meterte una bala entre ceja y ceja como he hecho con tu compañero – amenazó colocando la pistola en su cuello, lo cogió de la camisa y lo empujó hacia delante para que comenzara a caminar. Kono se tiró encima de ella para abrazarla –Estás horrible – le espetó con una sonrisa – Yo también me alegro de verte – dijo caminando lentamente y cojeando hacia la casa – Encargaos de él, creo que lo he acojonado lo suficiente para que lo suelte todo sino... ¿Habéis dado parte a la policía? – preguntó mirando a Chin y ambos negaron – Si no habla le tapamos los ojos a Chin y le pego un puto tiro – dijo dedicándole una sonrisa al armario – No tengo problemas con eso – contestó Chin antes de darle un pequeño abrazo a la pelirroja – Tendrían que verte esas heridas, dentro tendrán algún botiquín – dijo Chin. Samantha asintió y caminó cojeando hacia el porche trasero de la casa donde se encontró a un Steve con los brazos cruzados y con cara de pocos amigos – No estoy de humor para una de tus charlas – comentó pasando por su lado y entrando en la casa apoyándose unos segundos en el marco de la casa, se estaba mareando ligeramente. – Hay un cadáver en la cabaña que hay a unos 3 o 4 kilómetros de aquí, si seguís el sendero lo encontraréis – dijo señalando hacia la posición de la cabaña, acto seguido entró en la casa mirando a Danny abrazar a su hija. Sonrió tiernamente mirando la escena y Steve la llamó, ella se giró y salió de nuevo – Dime, jefe – musitó mirándole a los ojos Steve le cogió la cara y le dio un beso en los labios – Te sabe la boca a sangre – dijo echándose para atrás, Samantha rodó los ojos – Perdona, es que me han dado una paliza y no me ha dado tiempo a lavarme los dientes para que me beses, ¿sabes? – preguntó con una media sonrisa – Entra que te curo las heridas – dijo Steve ayudándola a caminar hasta el salón.

Último disparo (Steve Mcgarrett)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora