La noche pasó más rápido de lo que Samantha se esperaba, también es que iba con la idea de que iba a haber momentos incómodos y ella y Steve habían hablado y todo estaba mucho menos tenso entre ellos, el problema que se pasaba por la mente de Samantha era lo que pasaría con Liam ¿sabría acaso que estaban hablando? Tenía mucho equipo a su disposición y las espaldas muy bien cubiertas. -¡Mary Poppins! – exclamó Grace ante la imitación de Kono, ambas chocaron las manos, llevaban como una hora entera jugando al tabú y tenían que hacer un montón de pruebas, chicos contra chicas – Que sepáis que os vamos ganando y somos una menos – dijo Samantha divertida bebiendo de su refresco mirando a Steve con una sonrisa en los labios. El grupo de amigos que se hacía llamar familia miraron el reloj a las cuatro de la mañana, la mayoría habían bebido exceptuando a Samantha, que no solía beber demasiado así que le tocaría conducir a ella y a Kono. –Año nuevo en mi casa – murmuró Steve despidiéndose de Grace y de Danny, todos se despidieron del padre y la hija y salieron.
Samantha estiró los brazos disfrutando de la brisa nocturna y respiró hondo – Que buena noche – murmuró caminando hasta su coche, buscando la llave – Ven a casa – murmuró Steve acercándose a ella, Samantha le miró – Mi carrera y un incidente internacional están en juego, Steve – murmuró ella abriendo la puerta del coche, Steve la miró y se apoyó en el coche – Ven – le pidió una vez más. Samantha se montó en el coche y esperó a que Steve saliera para mirar el teléfono móvil, un mensaje de Liam "Te veo", Samantha apartó el teléfono móvil cabreada -¿Qué me ves? Muy bien, vas a verme bien esta noche – dijo arrancando el coche, nada más llegar a casa de Steve llamó a Liam - ¿Sabes qué? Me acusas de no haberte querido nunca y tú me vienes con estas gilipolleces, adelante, acúsame de terrorismo y veremos a ver qué pasa – dijo nada más escuchar la voz de Liam – Samantha te quiero – decía él desde el otro lado – Yo no te quiero, olvídame de una dichosa vez, si me quisieras no estarías haciendo lo que haces, no me mientas, no te mientas, no tengas la decencia de decirte a ti mismo que lo haces por nosotros, porque hace mucho que no haces nada por nosotros, hace mucho que querías que esto se acabara... Te aferras a mí porque no tienes a nadie y, ¿sabes qué? Por primera vez veo porque no tienes a nadie contigo– y colgó el teléfono bajándose del coche, acababa de tirar su carrera por la borda y las lágrimas caían por su rostro.
Steve estaba en su casa dispuesto a darse una ducha y a meterse en la cama a dormir, había desechado la idea de que Sam fuera a aparecer así que se metió en la ducha y dejó que el agua recorriera su cuerpo y cuando pasó el tiempo suficiente salió de la ducha y se puso unos pantalones de pijama y una camiseta, la mar de cómodo para dormir. Bajó para beber algo de agua y escuchó que llamaban a la puerta, extrañado cogió su arma y fue a la puerta, miró por la mirilla y al ver la cabecera pelirroja dejó el arma sobre el mueble de la entrada – Hola... - murmuró ella al abrir la puerta. Steve la dejó pasar y nada más la chica se giró para cerrar la puerta la cogió del brazo girándola hacia él para besarla en los labios, había notado sus ojos enrojecidos y aunque no lo admitiría nunca, la chica necesitaba aquello. Samantha le rodeó con los brazos por puro instinto. Tras unos cuantos besos que consiguieron subir la temperatura de los cuerpos de ambos, Samantha, de un salto rodeó al chico por la cintura y éste la apoyó en la pared separándose unos milímetros para mirarla y acto seguido sonreír –Déjate de ñoñerías –murmuró Samantha atrayéndolo hacia ella de nuevo para besarle.
La primera prenda que desapareció fue el vestido de Samantha, cayó al suelo mientras Steve la sujetaba mejor y comenzaba a subir las escaleras con ella en brazos. Samantha no pesaba demasiado por lo que era fácil transportarla de un lado a otro. En cuanto llegaron a la habitación de Steve la tiró sobre la cama y se tiró él encima besando el cuello de la chica. Los besos fueron recorriendo el cuerpo de la chica mientras ella se reía, tenía cosquillas –Me estás haciendo cosquillas – dijo entre risa y risa, Steve se separó y la miró -¿En serio? –preguntó alzando una ceja, ella asintió mientras sonreía. Le mordió el labio inferior y se colocó encima de él besando primero sus labios y después su cuello, impregnándose de su olor y mordiéndole el cuello con diversión. Tras besos y más besos y comentarios estúpidos Steve se colocó encima, se deshicieron de la ropa del contrario y llegaron a lo más íntimo de cada uno. Con cada embestida la chica dejaba escapar un gemido y dejaba algún que otro arañazo en su espalda, además de cada gemido. Al tiempo ambos dos llegaron al clímax y cayeron sobre el colchón con la respiración agitada. Samantha buscó su bolso con la mirada, no conseguía controlar su respiración, debido a que era asmática. –Steve mi bolso – dijo casi sin voz dándole un pequeño y flojo manotazo –Voy – musitó un tanto descolocado poniéndose la ropa interior y el pantalón de pijama y bajó a buscar el bolso de la chica. Samantha estaba intentando respirar pero le costaba bastante, Steve volvió y se la encontró casi sin poder respirar y buscó el inhalador de la chica sentándose a su lado con suavidad y dándoselo. La chica lo cogió y tardó unos minutos en controlar la respiración.
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Último disparo (Steve Mcgarrett)
FanficElla hace lo que quiere, él impide que acabe muerta día tras día. Esta historia se desarrolla en la pequeña isla de Hawaii. ¿Quieres saber más? Solo tienes que empezar la lectura.