Memorias de un recuerdo

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Entre el polvo y los escombros, una hormiga caminaba junto a una cucaracha. A unos metros, un grupo de escarabajos movían sus patitas lo más rápido posible al igual que las arañas de diferentes colores.

Cuando el polvo disminuyó, el movimiento de hormigas más grandes de lo normal asustaron a un pequeño ratón que escapaba del estruendo de los disparos. Movió sus bigotitos para oler a las hormigas que estaban reunidas formando una figura alargada.

—Pequeño ratón —dijo Vicentico, tomando al ratón con su mano—. Dicen que nos parecemos mucho. Pienso que sí.

Vicentico miró a los ojos de la rata quien no entendía nada y solo quería escapar.

—Ambos sobrevivimos con lo que podemos, pero a diferencia de ti, puedo usar tu comida en mi beneficio.

Los escarabajos caminaron hasta el rostro de Vicentico y se transformaron en tejidos para sanar la abertura que se hizo cuando cayó con la torre. Dicha abertura iba desde la ceja hasta la boca y dejaba ver parte de su cráneo. Luego las arañas hicieron lo mismo en su brazo y estómago. Otros insectos como abejas, avispas, cucarachas y hormigas comunes se convirtieron en tejido, cerrando las heridas de Vicentico.

—Creo que ya puedo moverme.

Comenzó a arrastrarse hasta el rebaño de hormigas, movió su muslo y lo pegó a esa forma alargada. Rápidamente, las hormigas se transformaron en la pierna que le faltaba al presidente.

—Fue una suerte haber convertido mi pierna en hormigas africanas —dijo mientras se ponía de pie—. Lo bueno de esas hormigas es que lamen a las hormigas heridas con un factor de curación muy bueno. De esta manera, mi pierna está como nueva.

—Señor presidente, ¿está bien? —preguntó un soldado quien venía a defender a Vicentico.

—Claro que estoy bien, zoquete —contestó—. Estoy mejor que nunca... —un aura naranja lo rodeó sin que el soldado se dé cuenta.

—¡Auch! —exclamó el soldado al sentir una mordida en su cuello—. ¿Qué es esto? —exclamó al ver que se trataba de una viuda negra.

—Esas son los beneficios de tener a Mal Bicho de mi lado —sonrió el presidente mientras lanzaba el ratón muerto sobre el soldado que agonizaba.

La viuda negra saltó hasta la mano de Vicentico y se transformó en el dedo pulgar que le faltaba.

La viuda negra saltó hasta la mano de Vicentico y se transformó en el dedo pulgar que le faltaba

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—¿Es ahí?

—¡Sí! —exclamó Cerati señalando una cruz al lado de la orilla del río.

JoJo's Bizarre Adventure: Eternal StoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora