La Piedra Eterna - Parte 3

153 20 276
                                    

—Rick... —soltó el Gran Maestro, como si hubiera tocado algo que no debía.

—Esto se ve grave —comenzó a decir Vicentico, pero el Gran Maestro lo ignoraba.

—Rick... Rick se puso de su lado...

—Creo que iré por Nito, para ubicarlo en un lugar más seguro...

—JoJo vino solo, sin Cerati ni Gabriel... ¡Y Rick estaba de su lado! —estalló el Gran Maestro en un grito atronador. Vicentico giró para huir, pero la áspera mano del anciano se posó sobre su hombro, presionando su clavícula con fuerza. De reojo, pudo ver la sombría y enojada cara del Gran Maestro.

—¿S-Sí, Gran Maestro? —sonrió Vicentico, nervioso y escondiendo su mano donde le faltaba el pulgar. Dedo que usó para liberar a JoJo.

—Lleva a Nito a la mansión de Cars. Vayan de una vez y ayuden a los dos vigías a que nadie obtenga la Piedra Eterna, ¿entendido?

—E-Entendido.

—Ahora... ¡iré por JoJo! —exclamó, desapareciendo junto a su stand.

Saltando a diez segundos antes del punto actual, llegando 10 segundos antes de lo que hubiera demorado en bajar las escaleras. Su sorpresa fue al ver la puerta abierta y ver que JoJo había fugado sin haber activado las máquinas. El Gran Maestro entró a examinar y vio a la mariquita azul y una araña, cerca al lugar donde van los pies.

—¡Vicentico! ¡Maldito mentiroso!

Su gruesa bota aplastó a los dos insectos, provocando un sonido húmedo con un crujido parecido al pan recién horneado.

—Ja, ja, ja, ja... Viejo estúpido —dijo Vicentico, bajando las escaleras con prisa—. Mientras está distraído con JoJo, me iré lo más lejos posible. No podrá alcanzar...

Antes de bajar el último escalón, una bala perforó su tobillo, haciendo que caiga de cara al suelo.

—¿Q-Qué? —titubeó al ver a la enardecida multitud apuntándolo con escopetas y armas.

—¡Ahí está! ¡Atrápenlo!

—Pensé que era él. ¡Mal Bicho!

Antes que los subversivos disparen, el cuerpo entero de Vicentico, junto a su ropa, se transformó en cientos de langostas que volaron violentamente hacia la gente.

—¡Es brujería!

—¡Corran!

—¡Corraaaaan!

El zumbido del aleteo de las langostas hizo que las personas huyan de la entrada principal. Aprovechando las alas, formó un enjambre que se movía en el aire hasta salir expulsado con fuerza.

«¡Bien! Ahora nadie podrá alcanzarme. Porque como dijo mi abuela: ¡el que no corre, vuela! —pensó Vicentico en el grupo de langostas que correspondía a su cabeza»

Una antorcha sobrevoló al enjambre, pero no le tomó importancia hasta que una bola de fuego dio de lleno en el grupo de langostas que eran sus piernas.

«¡Nooooo!»

Las langostas se transformaron en el cuerpo de Vicentico por la conmoción recibida. La caída de casi diez metros fracturó el brazo y algunas costillas de Vicentico que se arrastraba por el miedo.

JoJo's Bizarre Adventure: Eternal StoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora