Auténticos Decadentes - Parte 1

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[7:05 am]

—¿Acaso no lo viste? Tenía toda la comida en sus pies ya que comía con ellos.

—Agh, que asco me da, realmente ya quiero salir de esta pocilga.

—Oye, ¿encerraste a todos en las habitaciones, verdad?

—Sí, ¿por qué lo preguntás?

—Mira allá —dijo señalando a una persona que caminaba por los pasillos.

—¡Oye! —dijo el muchacho, sacando una porra de cuero de su bolsillo.

Al llegar, golpeó al sujeto sin aviso, dejándolo en el suelo.

—¡No escuchaste que debes estar durmiendo! ¿Qué haces aquí maldito loco?

—P-Perdón señor, es q-que me... —pensó en una respuesta— pareció haber visto a mi familia en el pasadizo de allá, quiero verlos... ¡Quiero verlos! ¡Quiero verlos! —dijo Cerati, saltando en cuclillas con la bata blanca que usaban los internados del manicomio.

El cuidador volvió a golpearlo con la porra, directamente en la cabeza.

—¡No tienes familia, maldito estúpido! —gritó el cuidador en la oreja de Cerati.

—Pero qué... —dijo el otro cuidador, al ve que detrás de ellos se había formado un gran charco de agua que provenía de un hoyo en el piso.

—Estamos en el segundo piso —dijo el cuidador con la porra a su compañero, dejando a Cerati de lado—. Es imposible que el agua lleg...

—Shh... —interrumpió el otro cuidador.

Se quedaron en un completo silencio que era ambientado por el agua que salía del hoyo.

—¿Recuerdas lo que dijo el señor Doppio? —comenzó a hablar el cuidador sin porra.

—¿Hablas sobre lo que dijo si llegase a pasar algo extraño? —dijo el cuidador con porra.

—Sí, parece que ese día ha llegado. Un momento, ¿dónde está...?

Ambos cuidadores giraron para ver al supuesto paciente perdido pero ya no estaba. El agua había dejado de salir, pero el charco permanecía.

—Avisá a los demás —dijo el cuidador sin porra—, debemos cuidar la oficina del director Doppio, hasta que vuelva del discurso del presidente.

Mientras que los cuidadores salían corriendo en distintas direcciones. Cerati estaba en un espacio entre el techo y la pared, sostenido por Soda Stereo. Pudo quedarse ahí hasta que los dos sujetos se vayan.

«Mayor García, debo ir al manicomio. Ya que usted buscará a JoJo por su lado, trataré de llamar la atención por el mío. De esa manera no podrán capturarnos a los dos, además, buscaré a esos bandidos. Si los encuentro, les podré sacar información acerca de su traslado. Hay una posibilidad de que lo sepan, podrían ser testigos para acusar a Dio Brando de asesinato»

Cerati recordó las palabras que le dijo al mayor García antes de salir de manera oculta en un carruaje viejo de un amigo del mayor. Llevaba una bata blanca para infiltrarse en el manicomio y poder buscar a Camilo y a Sandro. Con la esperanza de conseguir personas que incriminen a Dio y de esa manera, evitar que persigan a JoJo y a él.

Bajó del techo y caminó por los pasadizos, buscando a los bandidos que había conocido en el desierto. Vio cada una de las habitaciones del segundo piso, a través de una rendijas que tenían las puertas, pero solo encontraba a personas que habían perdido la mente hace mucho tiempo. Escupían, tosían, temblaban, hablaban solos, lloraban. Era una escena desoladora para Cerati.

JoJo's Bizarre Adventure: Eternal StoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora