El Gran Maestro - Parte 2

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Todos los presentes en aquella reunión se sentaron luego de darle la bienvenida al Gran Maestro. Dio no podía ver el rostro de casi nadie ya que las túnicas lo impedían, lo mismo pasaba con el Gran Maestro solo que la diferencia estaba en que se podía ver apenas la mitad de su rostro.

—He recibido noticias de la incompetencia de todos ustedes en estos últimos días —dijo el Gran Maestro, con una voz entre neutral y amenazante.

—Le pido perdón en nombre de todos los miembros de la sociedad, mi Gran Maestro —dijo Duncan Dhu, hincando una rodilla en el suelo y con la mirada hacia el suelo.

—No pidas perdón, mi pilar más cercano —la voz del líder de todos ellos se tornaba más paternal—, yo he fallado.

Todos los encapuchados soltaron murmullos de sorpresa ante las palabras de su guía.

—Sí, yo me he equivocado...

—¡No, Gran Maestro! ¡Usted nunca se equivoca! —exclamó Cars.

—¡Tú eres el equivocado! —exclamó el Gran Maestro de pie y señalándolo—. Es mi culpa de no haberles enseñado a enfrentarse a enemigos como los de hoy, siempre he subestimado a los usuarios de stand de este país, pero la combinación de nuestros enemigos han diezmado tanto la fuerza de usuarios de stand y de no usuarios.

Dio escuchaba atentamente lo que decía, de reojo vio que sobre el trono dorado, en la gran cúpula que estaba sobre el Gran Maestro, vio unos destellos que deambulaban en la oscuridad de aquella edificación. Varios destellos parecidos a lo que reflejarían varios ojos.

—Sin embargo, de eso hablaré con mis pilares —terminó el Gran Maestro.

—¡Oh, Gran Maestro! —dijo una mujer que se lanzó sobre las gradas hacia el trono, recostándose sobre estas y meneando la cintura mientras que estiraba sus brazos hacia el Gran Maestro—. Soy la hermana Épsilon, por favor, le suplico que me permita quedarme en la reunión de los pilares.

El Gran Maestro vio a la mujer que contorneaba su cuerpo sobre las gradas, a la vez que sonreía y que solo sus relucientes labios podían verse entre su túnica.

—Por favor, Gran Maestro —dijo un hombre, caminando hacia las gradas. Duncan Dhu lo detuvo—. Soy el esposo de la hermana Épsilon, soy el presidente de esta nación gracias a que usted lo quiso así. Le suplico que nos permita quedarnos en la reunión de usted y sus pilares, sé de lo que va a tratar y queremos ayudar de manera cercana.

Cars, Doppio y Duncan los veían con desprecio, sin embargo, el Gran Maestro espero unos segundos antes de hablar.

—Está bien.

—¡Gracias, Gran Maestro! —dijo la hermana Épsilon.

—¡Gracias, nuestra única luz! —dijo Vicentico. Este se acercó a su esposa, pero ella quería seguir viendo al Gran Maestro desde esa posición, luego de forcejear por unos segundos, regresaron a su lugar.

Pasaron varios minutos donde todos los miembros de la sociedad Opus dieran todos los reportes de las incidencias sucedidas en la última semana. Aquellos que integraban la sociedad eran directores de diarios, aristócratas menores, dueños de compañías nacionales, de compañías pesqueras, etc. Cualquiera que tenga poder en Argentina, estaba manejado por el Gran Maestro desde las sombras. Por lo que si querían hacer alguna acción, debían consultarlo al Gran Maestro y de este dependía si era aceptado o no. Sin embargo, quien tenía mucho más poder sobre Argentina era sir Thomas Cars, que era un representante directo de el Gran Maestro. Cars era el verdadero dueño de todas las compañías de ferrocarriles, telégrafos, imprenta, diarios y de cualquier compañía que haya en ese país. Incluso, tenía compañías en el resto de Sudamérica y Europa. Por lo que, al tener estrecha relación con el Gran Maestro, este actuaba por él frente a toda la nación, mientras que era manejado como un títere. Por otro lado, Duncan Dhu era quien tenía el mayor poder político, siendo Primer Ministro hasta en seis periodos de gobiernos distintos, además de manejar todos los demás ministerios y organismos del Estado, como la Guardia Civil y el Ejército. Mientras que Vinegar Doppio manejaba todo lo referente al manicomio y asuntos extraños, gracias a él se detectaban a los usuarios de stand que haya en el país. Una vez localizados, se los raptaban para asegurarse de tenerlos de aliados. Si se negaban, eran torturados por Doppio hasta la muerte.

JoJo's Bizarre Adventure: Eternal StoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora