♤19♤

313 23 16
                                    

              C A P Í T U L O    X I X

El día más esperado de mi vida había llegado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


El día más esperado de mi vida había llegado. Los nervios no me dejaron dormir la noche anterior, por lo que unas enormes ojeras adornaban mi rostro. La gran emoción me hacía sentir náuseas, la respiración se me aceleraba un poco, pero mis padres hacían todo lo posible para que el ataque no se convirtiera en algo mayor, y gracias a ellos pude controlarme un poco. Por un momento creí, que todos mis malestares me impedirían asistir a la graduación, pero tenía que estar ahí a pesar de lo que pasara.

Esa mañana estaba dispuesta a mandarle un mensaje a Chris para preguntarle si asistiría, mas no quería insistir, así que, con todo el dolor de mi corazón, traté de olvidar que él había prometido estar ahí. No quería hacerme falsas esperanzas y lo mejor era concentrarme en lo que me esperaba en la universidad.

Mamá y papá le avanzaron un poco a la cena, querían que la mayor parte estuviera lista para cuando llegara nuestra familia, y mientras ellos hacían los preparativos, comencé a alistarme. Me di una larga ducha para tratar de calmar los nervios y la inmensa emoción que tenía, no podía creer que ese día se había llegado tan rápido. Apreté mis parpados y solté un grito de felicidad, cuando unos cuantos golpes en la puerta, me hicieron abrir los ojos de nuevo.

—Jay-Jay, tienes que darte prisa, no debemos de llegar tarde— dijo papá detrás de la entrada.

—¡Salgo en seguida!

Me apresuré para ya no demorarme más. Estaba a punto de maquillarme cuando escuché el sonido del teléfono de casa. Bajé las escaleras con rapidez deseando que fuera mi Chris, y me detuve en la sala esperanzada a poder ser yo la que le contestara, sin embargo, mamá se me adelantó.

—¿Quién es? —Interrogué en un susurro.

—Es...—hubo nerviosismo en su mirada—. Es tu tía Madison.

Su respuesta me extrañó y preocupó al pensar que tal vez ya no podrían asistir.

—¿Pasó algo?

—No, cariño —contestó con intranquilidad.

—Entonces, ¿por qué llamó?

—Me está diciendo que... que van a llegar un poco tarde a la cena porque tu tío Peter tiene que hacer unas cosas —siguió con la voz temblorosa—. Ahora ve y alístate, cariño —ordenó moviendo sus manos para que me fuera de allí.

Di media vuelta encaminándome a la habitación no muy convencida de su forma de actuar. Algo extraño estaba pasando. Al entrar, me dirigí hacia el espejo y comencé a maquillarme. Enchiné mis pestañas lo suficiente para que se miraran grandes, coloqué una capa de pintura negra sobre ellas de modo que resaltaron mucho más, puse un poco de sombra en los ojos, y añadí rubor en las mejillas. Escogí un peinado sencillo que, para ser sincera, estuve ensayando la semana pasada, entre lloriqueos y berrinches hasta que por fin me quedó: era un moño en la parte de la nuca, con trenzas agarradas desde los costados, y un par de mechones sueltos que le daban un aire mucho más casual y elegante a la vez.

Entre máscaras  y corazones  rotos || Chris Evans (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora