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             S E G U N D A    P A R T E

La luz del radiante sol me caló en los ojos, ocasionándome abrirlos lentamente

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La luz del radiante sol me caló en los ojos, ocasionándome abrirlos lentamente. Tardé un par de segundos en caer a la realidad de nuevo. El primer pensamiento que rondó por mi cabeza, fue el bonito nombre de Jayden Mills. Un hueco se instaló en mi pecho, el aire me faltó, y comencé a extrañarla más que nunca. La enorme duda sobre qué sentía realmente por la chica de cabellos castaños, no abandonaría mi cabeza tan fácilmente, necesitaría más que una sola noche en desvelo pensando en ella.

Estar alejado de ella, me hacía sentir nervioso y ciertamente incómodo, además de la gran tristeza que me traía el saber que ya jamás querría verme de nuevo. Ambos habíamos cometido errores, errores que tal vez no tendríamos oportunidad de reparar. Jayden era demasiado terca, sabía que jamás me escucharía ni aunque le repitiera lo mismo una y otra vez. Entonces, ¿cómo podría arreglarlo? Tal vez aquello ni siquiera tenía solución, y aun así pasé toda la mañana martirizándome con su recuerdo y las dudas que atormentaban mi mente.

Salí a correr para despejar un poco mi cabeza, pero cada cosa que hacía, por más mínima que fuera, traía a Jayden Mills a mis recuerdos otra vez. Ella se estaba apoderando de mi mente. No pude desayunar bien, así como tampoco la televisión sirvió como método de distracción. Nada funcionaba, y la desesperación me estaba consumiendo.

Sin poder soportarlo más, salí de ahí y me subí al auto. Manejé sin saber a qué sitio llegar, dejando que mis sentidos me guiaran. Y cuando pasé por su casa, me sentí demasiado estúpido. Sabía que ella no se encontraría ahí, pero su madre sí. La idea de llegar y hablar con la señora Janice era demasiado tentadora, y por un momento me animé a creer que esa situación se solucionaría, hasta que recordé que ella tampoco quería que pasara tiempo con su hija. Estaba perdido.

Llegué a la cafetería donde Jayden y yo tuvimos nuestra primera cita... de amigos, por supuesto. En mis memorias se proyectó su imagen y comportamiento extraño, era más que notorio el gran nerviosismo que sentía, mas no quise preguntarle nada al respecto porque ella no me diría nada, además, esperaba que me tuviera la suficiente confianza para decírmelo por su cuenta, vaya que había estado demasiado equivocado. Fue cuando caí en la cuenta, que desde un inicio me estaba ocultando algo.

Entré al sitio y tomé asiento. Pedí un café y esperé impaciente a que llegara, revisando constantemente el reloj hasta que llegó la hora exacta en la que salía Jayden de la Universidad. La espera comenzó a parecerme interminable e irritable.

Disfruté mi bebida pensando sobre las últimas palabras que me había dicho. Sentía remordimiento de haberle mencionado que sería mejor jamás haberla salvado de su desmayo, lo dije, pero sólo era una estúpida mentira. Aquel día fue el más loco y extraño que nunca antes había tenido en una premier. Desde el instante que la miré rodeada de la multitud, tratando de pararse de puntitas para verme y tomarme algunas fotografías, me pareció una chica muy linda.

Entre máscaras  y corazones  rotos || Chris Evans (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora