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          C A P Í T U L O   X X V I

La semana se fue en un abrir y cerrar de ojos tan rápido que, cuando menos lo pensé, el día más esperado y menos planeado de mi vida, llegó

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La semana se fue en un abrir y cerrar de ojos tan rápido que, cuando menos lo pensé, el día más esperado y menos planeado de mi vida, llegó. Esa misma tarde conocería a la familia Evans, estaría frente a frente a las personas más importantes de su vida, aquellas que estuvieron con él desde el inicio, y eso me ponía demasiado ansiosa. Desconocía si es que todos se encontrarían presentes, sin embargo, fueran muchos o pocos, los nervios no me dejaban y poco a poco se hacían más grandes, temiendo estallar del desespero y el miedo en un grito efusivo que me robara el aliento.

Percibía miles de colores frente a mis ojos, y veía a Chris sentado en una de las sillas frente a la mesa, en donde se encontraba comida que lucía deliciosa y olía demasiado bien. Su sonrisa me hizo suspirar, cuando de pronto noté a su madre avanzando hacia nosotros, mientras la gente bailaba y cantaba a nuestro alrededor. Me sentí nerviosa, pero pronto su presencia me dejó tranquila, me resultaba demasiado extraño, como si la recordara de algún otro lado. Fruncí el ceño al tenerla tan cerca. Podía olfatear su aroma a rosas que combina con el vestido que lleva puesto, y me acarició la frente con tanta familiaridad que no supe si sentirme asustada o bienvenida a la familia.

—Ustedes son mi pareja favorita —susurró a mi oído.

Una radiante sonrisa se plantó en mi rostro al escucharla, al mismo tiempo en el que mis ojos se llenaron de lágrimas cargadas de felicidad. Todo me resultaba hermoso, hasta que los colores se pintaron de oscuridad con una nueva presencia. Se me dificultó verle la cara, averiguar de quién se trataba, pero sus palabras fueron tan claras y duras que me partieron el corazón.

—No deberías estar aquí —espetó con rabia—, en cualquier momento morirás y lo dejarás solo. No lo hagas perder el tiempo.

Pronto, la madre de Chris dejó de verme con dulzura, ya solo existía la tristeza en sus facciones. Todos los presentes me miraron con desaprobación, y mi Chris... mi Chris no dijo nada, solo lloró en silencio.

Asustada, me coloqué de pie para salir corriendo, huir tan lejos como me fuera posible de aquel lugar tan oscuro. El pecho me dolía de lo inservible y tonta que me sentía, lo único que quería era escapar, desaparecer para siempre. Entonces todo cambió. Vi una luz de un suave índigo al final iluminando mi hogar, en donde mi rubio se encontraba también, con los brazos extendidos hacia mí, siempre listo para protegerme. Un sollozo se me escapó a mitad del camino, y cuando nuestros cuerpos se tocaron, desperté de golpe.

Me senté de golpe sobre la cama, colocándome una de las manos sobre el pecho para intentar tranquilizar mi pulso acelerado mientras observaba fijamente el final de la cama, sintiéndome asustada y nerviosa. Llevaba dos noches sin poder dormir bien. El miedo me invadía al imaginarme que algo malo podría ocurrir en la cena, como el hecho de no aceptarme. Los sueños, sin embargo, no hacían más que espantarme todavía más.

Entre máscaras  y corazones  rotos || Chris Evans (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora