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S E G U N D A   P A R T E

—Pronto será tu graduación, ¿correcto? —Entrecerró los ojos al tener el atardecer en frente de nosotros

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—Pronto será tu graduación, ¿correcto? —Entrecerró los ojos al tener el atardecer en frente de nosotros.

—Sí, es la siguiente semana —suspiré con algo de emoción.

La idea de recibirme, me ponía demasiado feliz.

—¿Estás nerviosa?

—Demasiado.

—¿Y no estás feliz?

—Por supuesto, siempre había imaginado ese día, pero ahora que ya está cerca, los nervios crecen cada día más y...

—Tranquila, Jayden, te irá muy bien —colocó su mano sobre la mía, robándome el aliento.

Alejamos nuestras manos con nerviosismo, el silencio se adueñó del pequeño espacio en el que estábamos. Quería pedirle que me acompañara ese día, y aunque seguramente no podría ir, haría el intento.

—¿Estoy invitado?

«¿Me habrá leído la mente?», fue lo primero que vino a mí cuando escuché sus palabras.

Parecía estar interesando en asistir, o simplemente preguntaba por compromiso, pero fuera lo que fuera, me había hecho feliz.

—Por supuesto —traté de no titubear—. Si quieres puedes llevar a Scott, incluso a tus amigos.

—De acuerdo —rio, al parecer había notado mi nerviosismo—. ¿Festejaran tu logro?

— Sí, mis padres invitaron a la mayor parte de la familia, será una cena familiar.

—¿También estoy invitado?

Tenía que dejar de preguntar eso haciendo uso de su encantadora sonrisa si no quería que muriera de un paro ahí mismo.

—S-sí, claro que puedes ir.

—Muy bien, ahí estaré, ten por seguro de que así será —quise no entusiasmarme con sus palabras, pero vaya que fallé—. ¿Quieres ir a la cafetería?

—¿Aún tienes hambre? —Le pregunté asombrada, soltando una risa.

Asintió con la cabeza de forma inocente.

—Podemos ir a beber algo, solamente será eso si tú quieres.

Dejó de ver el camino durante un momento para centrarse en mí y suplicarme con un puchero.

—Está bien, está bien —terminé cayendo como siempre.

Condujo por la autopista, afortunadamente la cafetería no quedaba muy lejos desde ahí. Cuando estábamos a punto de llegar, miramos todo un gran ajetreo afuera del lugar, inmediatamente Chris detuvo el auto y nos dedicamos a mirar con asombro. Sólo me bastó ver el flasheo de las cámaras para saber lo que sucedía.

Entre máscaras  y corazones  rotos || Chris Evans (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora