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             C A P Í T U L O    X X X

Después de aquel agridulce día, todo transcurrió rápidamente con nuestra relación tornándose de otro color

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Después de aquel agridulce día, todo transcurrió rápidamente con nuestra relación tornándose de otro color. Las citas, caminatas al parque, visitas al trabajo, momentos inesperados y un sinfín de cosas más, desaparecieron por completo. Las llamadas fueron desechadas y los mensajes de texto eran ya lo único que nos unía. Algo diferente se sentía entre nosotros, algo estaba cambiando por completo al punto que no podía reconocernos del todo. No tenía idea si se trataba de mi imaginación, o los sentimientos que aún guardaba mi corazón luego de aquella noche. Mi corazón estaba hecho añicos, pues aún me encontraba confundida, triste, decepcionada, enojada, y con todo eso, completamente frágil sin encontrar alguna salida. Me sentía atrapada.

No podía entender por qué se comportó de esa triste y decepcionante manera, no le encontraba respuesta a todo lo sucedido luego de aquella noche. Tenía tantas preguntas, quería entender cuál fue la razón de su actuar, quería entenderlo todo para ya no sentirme más atormentada, más frustrada, pero sabía bien, que a pesar de ello, no obtendría respuesta alguna.

Era fin de semana y también mi día de descanso, así que Dodg y yo no desaprovechamos para ir a caminar y pasear al parque; el cielo estaba completamente cerrado por las oscuras nubes cargadas de lluvia, que cubrían la ciudad de Boston pintando todo con melancolía. Un viento ligeramente fresco nos abrazaba a cada paso que dábamos, mas no fue un impedimento para ambos, pues amábamos los días así. Caminamos por un largo rato hasta que mi pequeño se cansó obligándonos a tomar asiento sobre el césped que todavía intentaba recuperarse de las épocas heladas del año. No obstante, Dodger solo fue mi acompañante por un diminuto momento, pues comenzaba a volverse loco por ir a jugar con los demás cachorros.

Quité su correa roja para dejarlo correr de prisa. Rápidamente hizo amigos, pues quién no lo amaría si era el perrito más lindo, increíble y encantador que pudiera existir en el mundo. Me sentía tan afortunada de tenerlo en mi vida.

Mientras me dedicaba a verlo, me fue imposible no someterme entre los recuerdos. No podía evitarlo, todo me llevaba de vuelta a ese momento, sometiéndome a una enorme oscuridad, en un inmenso dolor y en una gran ola de cientos de preguntas que se repetían una y otra vez. No podía dejarlo ir, para mí, no existía escapatoria por más que intentara dejar de darle vueltas al asunto.

La vista se me nubló, impidiéndome ver la figura de mi pequeño cachorrito. El viento frío me recorrió de pies a cabeza, trayendo consigo el olor a tierra húmeda, a dulzura y amargura de esa noche, arrastrando con ello los sentimientos que habitaban en mí cada que él me acariciaba; luego, una gota de lluvia cayó sobre mi rostro trazando cada rincón de mi tez tal y como Chris lo hizo, su trayecto erizó cada partícula de mi cuerpo, provocando que sus caricias me atormentaran el alma.

Sujeté con fuerza el seco césped, pues el coraje me consumía al reparar en sus límites solo para no hablar de sus problemas. La picazón en mis manos me hizo imaginar lo que era sentir su barba castaña repasar cada parte de mi piel. Abrí los ojos con lentitud al entender el daño que me estaba haciendo, su color amarillo me llevaba hasta esa habitación, el sonido de los árboles era tan suave que podía sentirlo como sus besos cálidos que me recorrieron por completo, y esa linda voz que me tranquilizó durante años... esa voz ahora solo me traía un mal recuerdo.

Entre máscaras  y corazones  rotos || Chris Evans (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora