⚘ Cuarenta y cuatro. ⚘

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Los días pasados parecían quedar atrás, como malos sueños que nadie quería volver a vivir jamás, sin embargo, todos sabían que la paz y la tranquilidad no sería una realidad hasta el día en que lo inevitable llegase a suceder. La guerra inicio de manera silenciosa y aunque todos sabían de ella, era como si lo negaran para evitar que creciera.

Pero sucedió de igual manera.

Las agresiones públicas comenzaron a ser la primera señal de aquella lucha de clases; las desapariciones de jóvenes hombres y mujeres alfa con sangre beta dio paso a casamientos forzados para sus parejas omegas. Niños desaparecían, y otros tantos no pudieron ingresar a la ciudad. Cuando los funerales de decenas de mujeres, hombres y niños con descendencia beta fueron más que evidentes, los omegas de la ciudad ya no podían luchar contra la desigualdad que siempre hubo entre ellos y los alfas; y lo peor, es que ellos mismos no podían hacer nada.

La ciudad fue perdiendo color, y aunque desde fuera todo parecía una utopía, nada estuvo más lejos de la verdad.

Él mismo lo supo, y solamente lo corroboró hasta el día en que su madre murió.

Un par de semanas habían transcurrido desde el día en que los habitantes beta habían decidido unirse a la lucha por la paz de la que tanto hablaba aquel omega pelinegro desde que era un niño. Lo conocían, conocían muy bien a Jeon JungKook, y aunque nunca dudaron de la fuerza y perseverancia de aquel joven, ninguno lo siguió con lealtad hasta ese día.

Ningún residente de la ciudad tomaría en serio al omega, mucho menos a ellos siendo betas, pero ahora era distinto.

No era solamente un alfa el que buscaba liberarlos de su desdicha por ser comunes, era el hijo de una mujer y un hombre sin jerarquías que rompía con las reglas impuestas en aquella ciudad; y alguien como él, era la prueba de que la sangre no determinaba el valor de una vida, o el poder que adquirían.

Kim TaeHyung era el único que podría lograr la paz entre las tres categorías, y la vida, sería mucho mejor.

—Deberías quitar eso de tu cuello, hace mucho calor el día de hoy

JungKook sonríe mientras sostiene un libro frente a él, toma aire como si no lo hubiera hecho en ese corto tiempo y levanta la mirada hasta mirar al hombre vestido de negro que caminaba hasta donde se encontraba sentado.

Eran las 5 de la tarde, las prácticas se habían cancelado a pedido de los mismos aldeanos para disfrutar aquel día cálido. Jeon JungKook había decidido esperar a su amado cerca del río; esperaba, leyendo un libro mientras Kim TaeHyung resolvía los asuntos políticos que ahora recaían sobre él.

—No puedo quitármelo, no quiero tener a todos los que viven aquí mirando —se queja JungKook con una sonrisa mientras se levanta del suelo

—Aquí nadie está mirando Jeon —sonríe TaeHyung, acercándose a él—. Solamente estamos tú y yo ahora

Una suave risa sale de los labios de JungKook mientras se quita la bufanda blanca que colgaba sobre su piel. Kim TaeHyung se coloca frente al omega pelinegro y su sonrisa se ensancha al admirar aquella marca visible e intacta en la curva entre el cuello y el hombro derecho de JungKook.

—Comienzo a creer que solamente la miras por ego —se burla JungKook al sentir los dedos del alfa acariciar su marca

—No lo sé, puede que sea así —ríe TaeHyung, alejando su mano—. Pero no me culpes... es solo que, cada día, quiero confirmar que realmente estamos unidos Jeon

El joven omega gira su cabeza y levanta la mirada hasta alcanzar la de Kim TaeHyung; la diferencia de altura parecía más notoria que antes, el cabello del alfa había crecido un poco, pero no más que el suyo propio. JungKook miró el traje negro que llevaba su amado, y luego recordó aquellos jeans oscuros, la playera blanca y la camisa a cuadros que usaba desde que había dejado de ser el hijo del Gobernador antes de fallecer.

La vida era tan diferente si miraba hacia atrás, y nunca, en su corta vida, se habría imaginado que terminaría en aquella orilla del río; sin madre, sin padre, sin poder. Pero no estaba solo, y eso era lo único que quería tener presente.

—¿Estás bien?

La preocupación en el tono de Kim TaeHyung atrajo su atención de nuevo a él. JungKook asentía y sonreía mientras se colocaba a un lado del alfa, mirando de frente hacia el río.

—Soy muy feliz TaeHyung —susurra, mirando el bosque cruzando el río—. Las aves, el sol, el viento, el verde que siempre pinta el bosque del otro lado... nunca tuve ni el tiempo ni la tranquilidad para poder notar lo hermosa que es la vida

—Recuerdo cuando esto parecía ser cada vez más lejano —murmura TaeHyung, suspirando al mirar el bosque—. Ninguna vida se ha perdido por ahora y, bueno, las parejas en la aldea comienzan a ser cada vez más

Una sonrisa amarga se asoma por el rostro de Jeon JungKook, el recuerdo de lo sucedido con Park Jimin tiempo atrás le hace pensar en los instintos que por tanto tiempo evadió.

—Quiero que todos puedan sentirse libres de amar a quienes quieran amar —indica con tranquilidad el omega—. Que nadie sienta miedo por sus instintos, que cualquier persona pueda unir su vida con quien desee hacerlo; deseo que personas como Hoseok puedan amar a un omega si así lo quieren, deseo que personas como Kim SeokJin se sientan libres de unir su vida a quien quieran por amor y no por obligación... y quiero que personas como tú y como yo, dejen de tener miedo a amar por su pasado, por su sangre

La mirada del alfa se posa sobre Jeon JungKook, TaeHyung observa con detalle las pequeñas manchas cafés en la piel clara del omega, observa su cabello oscuro e inhala ligeramente el aroma a fresas que siempre desprendía JungKook.

—Cásate conmigo

El corazón de JungKook comienza a latir con rapidez y su cuerpo se paraliza al escuchar las repentinas palabras del alfa a su lado. 

—¿Qué dices...? —cuestiona en susurros el omega, mirando a TaeHyung con incredulidad

—Jeon, cásate conmigo —pide el alfa, sonriendo con nerviosismo y tomando las manos del pelinegro—. Cuando todo esto acabe, casémonos; tengamos una casa, una vida juntos... formemos una familia tú y yo

Las lágrimas se acumulan en los ojos del omega mientras intenta tomar aire al sentir la falta de este. JungKook mira fijamente la expresión de Kim TaeHyung mientras él sonríe con enorme euforia y temor; no era ninguna broma lo que el alfa decía. Como si lograra reaccionar al fin, el omega mira sus manos siendo tomadas por las de TaeHyung, mira el lugar, mira su rostro y sonríe conmovido, dejando correr las lágrimas por su rostro.

—Sí... por supuesto que sí, quiero pasar el resto de mi vida a tu lado TaeHyung 

JungKook suelta una risa al observar aquella expresión de ternura en el alfa, comenzando a dar pequeños saltos de emoción. Una sensación de paz y esperanza recorren su cuerpo mientras se deja tomar por TaeHyung en un fuerte y cálido abrazo.

—Luchemos por la libertad, y por nuestra vida juntos Kim

El alfa se separa de JungKook después de depositar un delicado beso sobre sus labios. Lo observa con enorme felicidad y toma sus manos hasta lograr asentir.

—Lucharé por todos ellos, por los que aún están en la ciudad, y por nuestra felicidad —suspira TaeHyung, mirando las manos del omega tomadas por las suyas—. Nada ni nadie nos va a separar... jamás

Azul como el cielo.  [ᴛᴀᴇᴋᴏᴏᴋ] •OMEGAVERSE•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora