21. Esperanza

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Esa mañana despertó algo más inquieta, y era una sensación extraña, pero satisfactoria. Disfrutó un par de minutos de la joven Alicia desnuda entre sus brazos, acariciando dulcemente su espalda y su cara para despertarla.

Era el gran día, a su modo de verlo, ya por fin desaparecería el secreto y su relación sería plena y abierta, pues hablarían con La Orden para dejar clara la situación. Ya muchos sabían lo que había entre ellas: las gemelas de Rey, la familia y amigos de Ali, además los entrenadores del CEMP, así como la mayoría de los soldados recién graduados. Y después de hablar con el Comandante y el resto de dirigentes, tenían planeada una videollamada con sus padres desde Melbourne. Por eso estaba algo nerviosa, porque por fin se acabaría el tener que ocultarse, también esas pequeñas dudas sobre si su relación sería bien vista a ojos de La Orden o cómo reaccionarían sus padres al conocer a su chica. Todo eso terminaba ese día.

Su novia despertó y frunció ligeramente el ceño por la luz que ya entraba por la ventana, pues le había dejado dormir un ratito más, aprovechando que ese día no tenían obligaciones que cumplir. Alicia abrió los ojos muy lentamente, sonriendo cuando sus miradas se cruzaron, y es que ella también lo hacía, porque tan solo verla ya le llenaba el corazón de felicidad, pero si encima la tenía abrazada, luego de haber pasado la noche perdidas entre las sábanas y el éxtasis, mejoraba todo unas mil millones de veces más.

Besó su frente antes de instarla a salir de la cama, y es que Ali ya se estaba volviendo a acurrucar y cerró los ojos más de cinco segundos seguidos, teniendo una mañana un poco perezosa y que rara vez se podían permitir. Se vistieron y fueron a desayunar, llegaron al último turno, así que Alika aprovechó para acompañarlas, ya que echaba de menos a la joven que tantas semanas le ayudó en cocinas. Comieron un poco de pan con tomate y aceite, zumo y yogur, mientras charlaban animadamente, la mujer les contó un par de anécdotas de Jo de pequeña y ellas hablaron un poco del CEMP. Luego recogieron y se dirigieron a la sede de La Orden, listas para dar a conocer su situación, ambas algo nerviosas y expectantes, pero igualmente decididas y firmes.

Para sorpresa de ambas, justo en la puerta del edificio, se encontraron de frente con Jo y Steve, ella sonreía plenamente, mientras él también se veía feliz, pero aún algo patidifuso. Alicia no pudo evitar preguntar qué pasaba, aunque notó que algo sospechaba.

—Acabamos de hablar con el Comandante. —fue lo único que dijo el pelirrojo, y no porque quisiera sonar misterioso, ni mucho menos, casi parecía que aún estaba tratando de asimilar lo ocurrido.

—Quería que oficializásemos nuestra relación frente a La Orden. —intervino Jo, mirando con una sonrisa burlona al chico. —Como ambos pertenecemos al Comando de Cercanías, debíamos avisar. Bueno, vosotras lo sabéis de sobra, porque imagino que a eso venís.

—¿Se lo pediste? —casi gritó Alicia a Steve, aunque era una pregunta, notó que no lo era.

—Me arrastró hasta aquí después de desayunar... Y... Ya está hecho. —articuló el muchacho, empezando a sonreír más, se ve que estaba terminando de asimilarlo. —Me lo pidió ella. Me lo pidió ella primero y... ya está. No sé cómo pasó, pero no tuve que pedirlo.

—Bobo, pero no todavía ves que acabé enamorándome de ti y llevo meses esperando a que movieras el culo. —le dijo Jo a Steve, llevándose la mano a la frente, y comprensiblemente, porque el chico estaba siendo un poco lento. Entonces Jo pasó a explicarles a ellas la situación —Así que al final tuve que hacerlo yo. Y pensé: «Pues ahora te jodes, porque sé que también te gusto, así que vamos a empezar a salir y te presentaré a mis padres como mi novio, quieras o no».

Tuvo que asentir con conformidad, le gustaba la gente con carácter y una forma de ser directa como ella, aunque a Jo le hubiese costado tantísimo tiempo asimilarlo y decidirse, había dado el paso de forma certera. Por eso entendía también la sorpresa de Steve, pues hasta entonces, y de mano de Alicia, solo estaba segura de que el pelirrojo andaba enamorado de la hija del Comandante, y, aunque la reciprocidad era aparente, no habría puesto la mano en el fuego para confirmar que Jo estaba enamorada. Con todo, se alegraba de que así fuera, y esperaba que, ahora que ya eran novios formales, se les cortase un poco la vena exhibicionista, aunque mucho lo dudaba, quizás hasta empeoraba.

SobrevivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora