27. Paso a paso

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—¡Llevadla a la maldita celda! —fue el grito que rompió el aire en aquel instante.

Archibald estaba enfurecido, más aún cuando uno de sus rebeldes comprobó que Bestia había muerto realmente, aunque no sabía por qué albergaba esperanzas de que no fuese así, Elyza le había atravesado un ojo con una estaca astillada, era imposible salvarse. Entre dos de los Libertatis arrastraron a Lyz fuera de allí, ni siquiera tenía fuerzas para resistirse después de la pelea, que fue una paliza gran parte del tiempo.

Se quedó allí plantada, viendo cómo el Líder ordenaba a todos a volver a sus puestos y deshacerse del cadáver de Bestia, uno que, por desgracia para él, no iba a poder convertir en una de sus mascotas como Podrido, y menos mal. Todos fueron alejándose a sus respectivos lugares, quedando prácticamente solos los tres: Archibald, Ayleen y ella misma. La muchacha mantenía un gesto lo más imparcial posible, miraba a su tío como queriendo preguntarle qué pasaría a continuación, pero no parecía atreverse. Lyde estaba demasiado enfadado, mierda, si estaba claro que Elyza se había ganado un poco más de odio por parte de ese maldito con su reciente actuación, pero en el vivir o morir, no había más opción que luchar. Ella, por su lado, se quedó de pie junto a ambos, estaba deseando proponer atender las heridas de Lyz, pero no sabía qué reacción podría tener Archibald respecto a eso, hasta que al final, luego de varios minutos de incómodo silencio, fue Ayleen la que habló.

—Tío Archie, igual Alicia debería revisar las heridas de la capitana ¿no? Se ha llevado una buena tunda, puede que tenga algún daño grave. —Archibald alzó la cabeza con los ojos hinchados de rabia y apretó la mandíbula. A la chica le tembló luego un poco la voz, pero se mantuvo bastante firme. —Comprendo que estés enfadado, pero creía que querías mantenerla viva por un tiempo.

«Por un tiempo». Elyza seguía viva solo porque Archibald así lo quería, igual que el resto de los exploradores. Eso era aterrador, saber que todo podía cambiar en cualquier momento, que, si un día Lyde se despertaba de malas, podría mandarlos a todos a ejecutar y no habría vuelta atrás. Y encima Lyz era su especial objetivo, supuestamente por haberle marcado la mano al morderle durante el secuestro cuando era niña, su venganza particular contra ella era como una diana gigantesca en su espalda y, como había insinuado Ayleen, la quería mantener viva para que sufriese. Eso le enfermaba, pero también le daba la esperanza de que, ese tiempo que Archibald se tomase para regocijarse, fuese suficiente para que el Cuerpo de «Salvus» los rescatase. En este caso particular, el querer tenerla viva por un tiempo hacía posible que pudiese ir a encargarse de sus heridas, como la muchacha propuso.

Archibald pareció meditarlo unos segundos, cambiando su gesto por uno más estoico y clavando sus ojos en ella, hablando con firmeza y cierto tono amenazante. La señaló con un dedo mientras le ordenaba lo que hacer.

—Tú, ve a la celda de esa maldita y cúrala. Más te vale que no se muera por ninguna de las heridas que Bestia le causó, o morirás tú detrás, y no antes de ver cómo mato uno a uno a todos tus amigos.—luego el Líder bajó el tono y volvió la vista a su sobrina, justo a tiempo de no ver cómo ella ponía una mirada de odio profunda a aquel hombre. —Ayleen, acompáñala y asegúrate de aprender todo lo que puedas. Después de lo de hoy, tendré que tomarme más en serio a los «soldaditos valientes», y empezar a jugar más duro.

Era una amenaza absoluta, claro que lo era. La pelea contra Bestia, y su consecuente muerte, habían avivado la llama de rabia de Archibald. No sabía a qué se refería con «jugar más duro», pero si los venationes eran algo suave para él, cualquier cosa podría esperarse, más después de haber visto los alrededores de Dustown y todas esas pobres personas que, seguramente, fueron torturadas hasta morir.

Se quedó parada allí, al menos hasta que Ayleen tiró de ella para sacarla del módulo B en que se encontraban y la llevó por los pasillos. Pasaron primero por la zona de enfermería para coger un maletín del botiquín, y luego fueron hasta una salida al patio este, donde sabía que se encontraba la celda subterránea donde estaba Lyz. La puerta de acceso al patio estaba custodiada por dos guardias armados y firmes a los laterales, que las dejaron pasar, luego de que Ayleen dijese a qué iban. No había nadie más en el lugar, aunque suponía que desde las torres de vigilancia también estaban atentos a ese pequeño espacio.

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