29. Al límite del todo

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Patrick Jensen llevaba un par de días mirándolo de manera extraña, pero no le había dicho el por qué, y, cuando le preguntó si le pasaba algo, simplemente negó.

No era idiota, y su amigo Libertatis tampoco, así que empezaba a suponer lo que podía estar sucediendo, aunque no quería pensar en esa posibilidad. Si Patrick se había dado cuenta de sus movimientos, tendría que contárselo a Archibald, aunque, si no lo había hecho ya, quizás es que podría contar con él, pero el miedo a fallar, más ahora que apenas quedaban unos pocos días para el asalto, era demasiado grande. Jensen le había visto silbar raro muchas horas al día, pero más específicamente cuando fingía que trataba de descifrar el código de las radios de «Salvus», también cuando lo consiguió o ellos mismos vigilaban las comunicaciones. Otro detalle es que estaba con él cuando le coló comida a la capitana Lex en más de una ocasión, o cuando le permitían a Alicia soltar algún comentario con el que se habría ganado un buen castigo delante de Ayleen. Patrick era, definitivamente, alguien bueno, pues nunca le contó nada a Archibald, y bien sabía que sospechaba de esos silbidos y de la forma de intentar cuidar a sus compañeros, a pesar de haberlos, supuestamente, traicionado.

Quería contarle a su amigo la verdad de lo que estaba por suceder, pero aguardaría lo suficiente para informarle de que se ocultase y no se le ocurriese atacar a los soldados de «Salvus», pues entrarían a matar a cualquiera que opusiera una resistencia armada o violenta. El Cuerpo no iba a permitirse ni una baja más, el asalto a Dustown sería sangriento y muy duro, mas perdonarían las vidas de aquellos que se rindiesen buenamente. Patrick sería uno de ellos, pues no era beligerante, tan solo se había visto envuelto en aquel embrollo y no sabía cómo salir con vida de allí, así que le ofrecería la salida perfecta justo el día del asalto.

Archibald había mandado a su amigo a vigilarlo, pensando que podría pillarlo en alguna jugada sucia, pero no había sido capaz, había sido demasiado cuidadoso con cada detalle de su máscara dentro de aquel lugar, camuflado entre los Libertatis como uno más de ellos. Aguantó incluso cuando tenía que escuchar o ver cómo torturaban a sus compañeros, incluso a Kyle; también contemplar cómo Archibald destruía moralmente a la capitana Lex, obligándola a darle diez latigazos a Alicia, algo que no pudo ni mirar, pues él mismo cumplió la orden de atarla al poste donde recibió el castigo. Era evidente que Archibald notó algo entre Elyza y Alicia, por eso, cuando le preguntó directamente a él por su relación, mintió diciendo que era una especie de hermanamiento sobreprotector por parte de la capitana para con su compañera, y que Alicia se había acabado acomodando a la idea de tenerla ahí para cuidarla. Procuró sonar lo más convincente posible, y el Líder pareció convencido, mencionando algo sobre la hermana de Elyza y su muerte cuando tenía, más o menos, la misma edad que la joven Alicia. No tenía muy claro de qué hablaba, aunque sabía que sabía que Archibald conocía a la capitana de hacía muchos años, de ahí su venganza, él no sabía los detalles de su pasado familiar, pero se conformó con haber convencido al Líder de que su relación no era amorosa o sentimental, ojalá y eso fuese mejor que el hecho de que pudiese llegar a saber la realidad, al menos por los días que restaban para la liberación.

Alicia sería prescindible en unos meses, cuando Ayleen aprendiese todo lo que pudiese enseñarle, luego Archibald la descartaría. Ellos tan solo necesitaban unos días para terminar con todo, nada debía hacer que el Líder cambiase de opinión con respecto a Alicia en ese instante, o las torturas al resto de los exploradores y el propio castigo de los diez latigazos parecería hasta poco. Si Archibald descubría que Elyza amaba a Alicia, la morena no saldría de allí, no entera, y no solo físicamente, sino en todo aspecto posible, Lyde la utilizaría para ejecutar los peores tormentos que se le ocurriesen.

Agitó la cabeza y miró a Patrick. Ambos estaban en su celda hecha habitación, completamente solos y rodeados del ruido de un montón de Libertatis que disfrutaban de momentos de esparcimiento y demás. Su amigo estaba bastante inquieto desde el día anterior, cuando vio cómo Archibald obligaba a Elyza a azotar a Alicia, y, además, cómo ese demente le gritaba a su sobrina barbaridades sobre que aquello era lo correcto. Patrick tenía debilidad por las personas menos favorecidas, por las personas más frágiles, y quiso animar a Ayleen tras aquello, pero la chiquilla parecía demasiado hostigada con lo que acababa de suceder, porque encima tuvo que curarle la espalda herida a Alicia, mientras Elyza se lamentaba desde su celda subterránea, encerrada como un perro. Archibald dejó a la exploradora toda la noche atada a aquel poste, sabiendo que la capitana la escucharía llorar, si lo hacía, y que Alicia sufriría con su espalda al aire y en aquella postura durante horas, semidesnuda y con el frío nocturno azotándola sin piedad.

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