22. Tan cerca

1.2K 96 48
                                    

La calma que reinó durante las navidades y casi todo el invierno no duró tanto como hubiera sido deseable. Ya eran inicios de marzo, las temperaturas subían ligeramente y ya no había nieve ni hielo, tan solo algunas lluvias puntuales bastante frías, y con la vuelta del clima relativamente estable, se reanudaron las misiones de exploración.

Hacía casi dos semanas que había salido una pareja de exploradores rumbo al este, a una posición aproximada donde, sospechaban, estaban los originarios de las hordas del otoño, que habían cesado y no se sucedieron más, pero era algo que se debía investigar. Eran dos especialistas rastreadores, y su misión era elaborar una ruta y dibujar el mapa concreto de la localización del grupo rebelde, así como realizar un análisis previo de la situación para saber cómo enfrentar a ese nuevo enemigo, si es que resultaba ser tal. Habían pasado ya tres días desde la última vez que tuvieron contacto con ellos, de un momento a otro, y sin más señal, desaparecieron. En el último informe presentado por radio, trece días después de su partida, comunicaron haber encontrado varios supervivientes nómadas que les avisaron de no continuar con su partida, hablándoles de un numeroso y peligroso grupo de rebeldes que tenía amenazada a toda población medianamente agrupada de los alrededores, y es que ese área de Montana estaba llena de pequeños asentamientos pacíficos, al parecer.

Y si pensaban que todo serían buenas noticias, como el hecho de haber encontrado varios núcleos poblacionales que poder unir a la alianza «Salvus» y avanzar en la conquista del continente hacia el este, se equivocaron. No había que ser demasiado listo para saber que aquel grupo rebelde sería una traba inmensa a la unión, y dudaban de si sería siquiera una opción el proponerles aliarse y olvidar el pillaje y las amenazas. Pues bien, se calculaba que el punto al que se dirigían estaba en el Condado de Flathead, Montana, entre las poblaciones de White Haven y Columbia Falls aproximadamente, o esa era la información recopilada. Eso desde Alpha suponían casi quinientas millas, con terreno montañoso predominante, así que fueron a pie, por lo que deberían haber tardado unos quince días en alcanzar dicha localización, pero los exploradores habían desaparecido trece días tras la salida, así que algo les sucedería antes de llegar.

La situación dio lugar a que, rápidamente, se planificase otra misión de los exploradores, cuyo objetivo era seguir las huellas hasta la última ubicación, tratando de localizar a la pareja de rastreadores, pues la norma era establecer contacto con la base por radio cada veinticuatro horas de manera regular, y se había triplicado dicho tiempo reglamentario. Ese mismo día saldrían hacia el este dos escuadrones juntos, lo cual era, sin lugar a dudas, una medida excepcional decidida por el Comandante y apoyada por el resto de La Orden y capitanes del Cuerpo. En principio se pensó en los escuadrones Griffin y Slavenski, no en vano los mejores, pero el grupo de Branka estaba en una misión al sur de Echo y tardarían al menos tres días en poder volver, y como la misión era inminente, se optó por otro de los más capacitados, el escuadrón Fénix.

Estaba orgullosa de que su equipo fuese el elegido, pero también algo nerviosa, pues sabía que sería una incursión sumamente peligrosa y temía por la seguridad de los suyos, además de, obvia y más concretamente, por la de Ali. Su novia también estaba ligeramente ansiosa, pero lo estuvo desde el instante en que supo de la desaparición de dos de sus colegas exploradores. Una parte de ella, igual que todos, pensaba que lo de las hordas había sido algo puntual y que nada podía amenazar la paz y la estabilidad de «Salvus», dolía estar equivocados así. Su grupo se puso, rápidamente, bajo sus órdenes y se equipó con su debido uniforme, defensas y armamento. Era la primera misión exterior oficial de Alicia, pero ya conocía de sobra al escuadrón, más a Rush, Luca y Demir, pero se llevaba igualmente bien con Riley y Alec, los otros dos integrantes, que eran los dos más jóvenes después de Alicia. Siendo Alec bastante bajito y delgado, con la cabeza rapada por su alopecia prematura desde los veinte años y sustituyendo el pelo por una barba oscura, densa y poblada, que dejaba sus ojitos azules parecer más diminutos de lo que ya eran y contrastaba brutalmente con su piel demasiado clara; fue entrenado desde los diez años en un campamento militar para niños problemáticos, pues de crío era un pequeño diablo, y allí aprendió disciplina y rectitud, uniéndose a las Fuerzas Aéreas al cumplir los dieciocho. Riley era la más reservada del grupo, también una experta en bombas y demoliciones, pues fue artificiera y, antes del caos, pertenecía al equipo especializado en desactivación de artefactos explosivos; de estatura y cuerpo promedios, destacaba esencialmente por ser albina, era como ver una figura perfecta de mármol, blanca y pulcra piel, el cabello lo llevaba muy corto y era tan claro que parecía totalmente blanco, incluso las pestañas, finalmente, unos ojos grises con ligerísima tonalidad violeta.

SobrevivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora