28. Soldaditos valientes

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El tiempo pasaba impasible en aquella celda subterránea, el dolor en cada fibra de su cuerpo le atenazaba constantemente, y estaba sufriendo unas quemaduras en la piel al estar tantas horas bajo el sol. Dos días enteros habían pasado desde el último momento en que la dejaron salir, cuando Alicia fue con Ayleen para curarla tras el enfrentamiento con Bestia, así que no era el periodo más largo que había pasado ahí, pero se le eternizaban los segundos al no saber qué ocurría fuera. Mientras, el hambre le atenazaba el estómago y la sed pronto lo haría, pues no le quedaba casi agua en la botella que Ayleen le había dado unos días atrás.

Sentía como que la habían abandonado allí, nadie se había pasado a vigilarla, ni siquiera Archibald, y aquello la ponía nerviosa, por la incertidumbre, más que nada. Desde que había vuelto de la habitación de Ayleen, acompañada por ella y Ali, no había vuelto a ver a nadie más, ni tan siquiera escuchaba a personas cerca, tan solo el rumor del viento y los gallos cantando de vez en cuando, pues seguían sin ceñirse a la naturaleza lógica de corearle al amanecer. Imaginaba que sería todo parte del plan de Archibald de volverla loca, de destruirla, el cual se convirtió durante años en su objetivo vital, y no cesaría hasta conseguirlo. Por suerte, su resistencia era bastante alta, y lo sería aún más si Alicia no estuviese encerrada en aquel sucio lugar también, por privilegiada que fuese su posición, en cualquier momento eso podría cambiar.

Ah, Ali... Era precisamente el pensar en ella lo que le calmaba el alma, lo que hacía que sus heridas doliesen menos y no se sintiese atrapada en aquella sucia y húmeda celda. Como sin pensarlo, se llevó la mano al costado, bajo la camiseta, esa que olía ligeramente a ella, y recordó el momento en que se atrevió a darle la tira de tela blanca y pedirle que se enlazasen. Su corazón seguía latiendo como loco al recordarlo, y la emoción se desbordaba al repetir en su mente la promesa que se habían hecho: sobrevivir juntas. Y era justo ese amor que sentía lo que le daba la fuerza necesaria para no rendirse, la vida para continuar luchando, la necesidad de cumplir con su juramento, de poder vivir con Ali cuando saliesen de allí, tener un futuro juntas más allá de aquel instante.

Ya habría pasado el mediodía cuando escuchó unos pasos cerca, poniéndose alerta y escondiendo la botella de agua bajo la manta raída que Ayleen le había dado, apenas le quedarían dos sorbos, pero algo era algo. Miró arriba, por entre los barrotes, justo al momento de ver a un joven acercarse a la trampilla y abrirla, colocando la escalera para permitirle subir, si hubiese estado completamente sana, podría haber salido de un salto, pero estando como estaba le costó hasta escalar los peldaños un horror. Reconoció al muchacho que le abrió como Patrick, el Libertatis que conocía a Ryan y a Kyle, y le resultó extrañamente amable, pues le ayudó a subir con delicadeza, sabiendo que estaba herida, ese trato afable era muy raro de ver en aquel clan de rebeldes.

Ya al salir, pudo ver que iba acompañado por Ryan Walker, y simuló una mueca de odio y asco al verlo allí, a lo que él respondió con una sonrisa oscura. Patrick observó por su lado el intercambio de miradas y le reprendió cuando el explorador soltó una puyita sobre que estaba hecha un asco para ser la «gran capitana Lex».

—Tío, ya vale, tampoco hace falta ensañarse. —fue lo que dijo el Libertatis, uno extraño en su especie, ya sin lugar a dudas.

—Colega, solo ha sido un comentario sin más, una descripción, para ser más concreto. —se burló Ryan, diablos, se le daba demasiado bien fingir ser un capullo. Y entonces, el joven explorador le puso unas esposas mientras silbaba como si tal cosa. —¿Te molesta que silbe?

Preguntó Ryan con tono sarcástico, y anduvo rápida para contestar, porque aquello era alguna clase de señal, estaba segura.

—Me molesta tu presencia. —contestó con mordacidad, dando un tirón cuando tuvo las esposas puestas para no ser tocada por nadie, salvo Patrick, que posó su mano en su espalda para guiarla.

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