💦15🏃‍♀️

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Aun no puedo creer lo que hice, toco mis labios con mis dedos, cerrando los ojos aspiro aun todo aquello que me lleve en esa habitación. Se lo que pasara después pedirá un taxi para que me regrese o talvez se portaría indiferente conmigo. Así que evito el bochorno y salgo de ahí antes de ser avergonzada.

Tomo el taxi le indico la dirección que está a veinte minutos, me recargo en la ventana dejándome recordar lo que viví toda la noche.

Mi cuerpo moviéndose como una ola de mar, el sin dejar de verme en cada movimiento que hago, el esta acostumbrado hacerlo a su manera, pero esta vez si me costó trabajo desequilibrarlo una cosa es follar y otra es hacer el amor, como yo se lo hice porque claramente yo Hera Walmon le hice el amor a Sandro Vanglesky.

Los besos, las caricias supieron esta vez tan diferente, pase mi lengua por su cuello hasta sus labios, provoque a la bestia pero pude controlarla con mis movimientos circulares, jamás me sentí tan poderoso domar aun animal como Sandro. En ningún momento el me soltó, quería más y más de mí. Yo solo le di una probada de que no soy tan indefensa como el cree.

Su cuerpo se abalanzo cayendo encima de mi tan poderoso, sujeto mi pierna quedando en su cadera, moviendo su pelvis, mordí mis labios contemplando al magnifico espécimen que dejaba gozar de mi cuerpo.

-Hera -muerde mi oreja que provoca que entierre más mis dedos en su cabello.

No dejo de comer sus labios, quiero sentirlos hasta que me canse de ellos, quiero sentir lo que acaricio, sus brazos sus espalda y como mis piernas se abren dando más acceso a mi entrada toda la siento en mi interior, me sostengo de sus nalgas, el gruñe como animal reclamando, pero aún no lo dejare. Succiono sus labios iniciándolo mas, mi cuerpo se acopla pero las fuerzas despiertan mi apetito por este hombre, que lo giro volviendo a quedar encima.

Lo monto como el me dio esa invitación aceptándola, tenía razón muevo mis caderas, que no puedo parar, puede sentir como mi espalda esta mojada, el contempla a tomar mis pechos masajeando hasta deleitarse llega a mis nalgas, y aprieta moviéndome más brinco sobre su tronco.

-Recuerda esto Sandro -doy unos fuerte sentones que él está por correrse, pero me detengo. -Pedirás más.

Quiere venirse pero no lo dejo lo torturo con movimientos lentos, y él quiere más y más, pero es a mi manera, se acomoda quedando inclinado hacia mi enredo mis piernas en posición de ahorcadillas. Nos quedamos así, él toma mi barbilla.

-Eres una hechicera -solo para volver a comer a besos.

Sus manos me levantan y me hacen encargarme de nuevo en su tronco hasta que no puedo mas me mojo en mi éxtasis. Tomo su rostro regalándole una sonrisa que pasó mi lengua hasta por su nariz. Y eso hace que el gruñe moviéndome hasta venirse, su liquido caliente me llena por completo. Cayendo en la cama. Aún sigo encima de él. Me aparto y para mí todo acabo.

Hay silencio el esta callado mirando el techo, puedo darme cuenta que no sabe qué hacer después de lo que acabaos de hacer, pero yo tengo mi plan hecho.

-Me daré una ducha -se pone de pie de la cama.

Contemplo su cuerpo que acaricie, bese, mordí. Y antes que diga una idiotez porque el siempre es así. Tomo mis prendas, pero la parte de arriba está rota. Así me robo su camisa, y salgo con ella y mi falda.

Creo que mi cabello parece una revolución, son las cinco de la mañana y no he dormido nada, claro tiene nombre del porque no lo hice.

-Llegamos -dice el taxista.

-No se vaya iré por la cartera no tardo -comento al chofer.

-Espero -me da una sonrisa como de complicidad, como si supiera lo que hice. Me pondre roja como tomate.

Toco la puerta Francis apenas puede tallarse los ojos, no digo nada solo busco dinero para pagar bajo y entrego la cantidad de la ruta solo para ser aprisionada por las preguntas de Francis.

-Tan bien te sangolotearon, porque parece que te fue demasiado bien, porque hasta el cabello lacio desapareció te dieron la revocada de tu vida no es así. -sin pelos en la lengua esta mujer. -A mí me bajo, cuando estaba en plena agasajada, que injusto es el señor andrés de cada mes.

-Solo quisiera que en dieras unas horas para dormir -me tumbo en la barra.

-Nada de eso, quiero detalles pero no tan explícitos, y espero que valga la pena porque el juez Matthew salió furioso del antro. Porque si no la tiene grande el santanas, ni como retroceder la noche.

Lanzo una mirada molesta, No, ahora que hare!!

-Parece que creyó que se comería a la liebre y le comieron el mandado, aunque pues tú querías dejarte comer por el lobo en vez del chocolatito que se cae de bueno.

-¿Muy enojado se fue? -preguntó.

Ella siente buscando algo de su bolso.

-Ten, tómatelo deja darte un vaso.

-¿Qué es? -Preguntó -Aspirinas no me duele tanto la cabeza -contesto -Además nunca tomo medicina siempre he sido sana.

-No tonta es para que no te vaya a dejar premio, o se cuidó al menos.

-Uso condón

-Ándale hasta responsable el hombre ya venía preparado vez.

- pero...

-¿Pero? -los ojos de Francis están casi en mi rostro esta mujer es muy intimidante.

-No lo sé, simplemente quise más y pues no lo uso -me pongo roja. -las demás veces ya sabes.

-¿Las demás veces? -Me asimila -Eres una golosa de lo peor, y yo creyendo que vendrías con traumas por ver una anaconda y mírate estoy muy orgullosa de mi hija.

Tomo la pastilla, tiene razón no queremos inconvenientes, pero sería lindo un pequeño hijo de Sandro, quiero enfocarme en mi carrera, y sé que él no lo tomaría bien no se ve que sea un padre tolerante.

Termino de contar lo que yo creo que es conveniente, pero ahora tengo un pendiente en mi cabeza y es ver a la cara al juez, y no sé qué le voy a decir.

-Debes darte un baño, bueno bienvenida al mundo del placer, ahora puedes probar al juez, el orden no importa solo disfruta que te parece y comparar quien la tiene más grande.

-Que!!! Eres el diablo encarnado -dijo caminando hacia la ducha.

-Bonita camisa!!! -grita entrando su cuarto.

Me observo la camisa que Sandro tenía en la noche, me gusta como huele a él, creo que me lleve este recuerdo.

**

-No te vez muy bien, tienes una cara de mal cogido.

Sandro ordeno un café negro sin azúcar, salido de la ducha y la liebre se había ido sin dejar rastro, no era tan patán para dejarla ir pudo llevarla a su hotel. Dio el sorbo al amargo café.

Las imágenes del cuerpo de Hera las tenía muy presente, tanto que sus besos aún se sientan en si boca, su sabor a miel aquel néctar que probó y paso saliva deseoso hasta despertar al amigo de nuevo y eso lo molesto gruñendo se conocía muy bien limpio su boca quería miel.

-¿Quieres miel? -pregunto su compañero al ver como hacia esos gestos Sandro al dar el sorbo.

Y solo es palabra lo hizo salir de tus pensamientos, poniéndose de piel, necesitaba una explicación porque a el nadie lo deja de esa manera y con ganas de mas.

HIBRIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora