Capítulo 04

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El comunicador sonó mientras Padme se tomaba su segunda taza de café, mirando el amanecer y preparándose para otro día de trabajo agotador. Tenía profundas orejas alrededor de los ojos, testimonio de las largas horas que había pasado dando vueltas en la cama, mientras su mente se empeñaba en repetir el eco de casa palabra de Anakin, de cada sensación que su boca y sus manos había evocado. su reputación era merecida, había pensado amargamente de madrugada. Era todo un mujeriego. Sus caricias eran ardientes y tiernas al mismo tiempo, y sin embargo acababan convirtiéndose en un tormento para las mujeres que las probaban.

Dio un suspiro no quería contestar el comunicador, pero conocía a Anakin lo suficiente como para saber que nunca se rendía cuando tomaba una decisión. Él regresaría, y Padme lo sabía. Sabía que era él y si no contestaba vendría a verla. No se sentía con ánimos de hablar con nadie, agarro él aparato.

Hola -murmuró Padme.

Padme, mi amor... -dijo una voz profunda.

Se quedo pálida, sus dedos temblaban sobre el comunicador. ¿Lo habría conjurado al pensar en él la noche anterior? Procuraba no pensar en él, pero aquellas pesadillas emergían a la superficie, y volvía a sentir el miedo de quedarse sola e indefensa, sin nadie que viniera en su ayuda.

Rush -dijo débilmente.

Te necesito Padme. Por favor, vuelve a casa. Te lo suplico. Te prometo que nunca volveré a hacerte daño. Te trataré como una reina... -dijo él con voz baja y densa.

No -musitó ella, comenzando a sentir enferma en escuchar su voz.

No digas eso, por favor -gruño él- Te necesito más que nunca las cosas no están bien en el clan bancario. Si vuelves, te juro que todo será diferente...

Estamos divorciados -lo interrumpió ella, con la voz quebrada por la tensión.

Podemos volver a casarnos, por favor, amor mío... -suplico desesperadamente Rush.

¡No! -grito Padme con miedo la sola idea de volver a casarse con él le producía ganas de vomitar.

Padme, yo todavía te quiero. Sin ti, ya no me importa nada. Te lo juro, no será como antes; no volveré a hacerte daño. Solo tenía celos, y ahora sé que no había razón para tenerlo -dijo suplicando.

Rush, basta, por favor -musitó ella- Se acabo. No volveré nunca. Lo único que quiero es estar sola y trabajar

¡No debes trabajar! Tú estás acostumbrada a cosas mejores. Yo puedo darte todo lo que desees -dijo él dejando escapar un sonido de disgusto

No -dijo ella colgando el comunicador con miedo, jamás regresaría a su lado y nunca regresaría a ese infierno.

Intentaba calmarse, no podía dejar temblar; su mente y su cuerpo se sacudían. Si él intentaba acercase a ella tenía las pruebas y los testigos suficiente para hundir a Rush Clovis en la cárcel, pero igual ese tiempo en esas pruebas había servido para tener su libreta y para proteger a su familia de las demenciales amenazas de Rush.

Siempre Rush tenía la forma de librarse de todo por base de sobornos, como la primera vez que le pegó seriamente. Entonces en ese momento comprendió que era débil, y se obligó a esperar. No había nadie que la ayudara; no podía involucrar a nadie sin que Rush lo perjudicara, solo podía contar con su propia fuerza.

Una vez, estaba tan desesperada que se lo contó a su padre, pensó que le ayudaría, pero se equivocó, él se disgustó tanto que Padme prefirió quitarle importancia, y al instante su padre se convenció de que estaba exagerando. Que en el matrimonio había a veces anti bajo, que era lo que pasaba con la joven pareja que arreglaría pronto las cosas. En ese momento sintió una gran soledad.

Creía que su padre era incapaz de aceptar que una de sus hijas viviera entre semejante fealdad. Él creía que sus hijas debían ser felices, o él habría fracasado esencialmente como padre. De modo que ella tuvo que hacerse fuerte, tuvo que proteger a su familia y amigos.

Jamás volvería con Rush. Había superado las pesadillas, sin permitir que los recuerdos la convirtieran en una mujer asustadiza y débil. Pero los recuerdos, y el miedo, seguían allí, y solo hacía falta que oyera la voz de Rush para que empezara a sentir un sudor frío.

Se dio la vuelta, y tiró lo que quedaba del café por el desagüe. Lo mejor era mantenerse activa, atarearse con lo primero que se le presentara. Así consiguió salir adelante cuando por fin reunió el valor para abandonar a Rush y se pasó dos años en Mandalore o Alderaan porque su padre pensaba que así se olvidaría del divorcio. Ahora tenía otro trabajo de verdad, un trabajo que la dejaba exhausta y dolorida, aunque como senadora también era un trabajo exhausto, pero ahora ya no quería estar en el senado galáctico porque eso implicaba encontrarse con Rush Clovis. Ahora de estar en su Naboo en la cabaña del país de los lagos y estar reconstruyéndola de alguna forma la reconfortaba.

Corazón RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora