Capítulo 19

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Todavía tenía en su poder el archivo gracias al cual había conseguido el divorcio, aquel archivo no valía gran cosa, pero tal vez sirviera de algo. Era una prueba documental de que Rush la había agredido en el pasado. Si volvía a llamarla, podría grabar su llamada y tal vez conseguir que dijera algo que lo inculpara. Aquello era Naboo, no Coruscant; su dinero tenía la misma fuerza de convicción en todas partes, pero allí Rush no disponía de una red de viejos amigos políticos para protegerlo.

Pero el archivo estaba en la caja fuerte de su casa, y quería tenerlo cerca, en casa de Anakin. No se sentía segura dejándolo la cabaña vacía, ni, aunque la puerta cerrada con llave. Alguien podía entrar fácilmente, y la caja fuerte era de las normales, del tipo doméstico. Dudaba de que ofreciera mucha seguridad si alguien se empeñaba en abrirla. Si aquel archivo llegaba a manos de Rush, se quedaría sin pruebas contra él. Aquellas fotografías e informes eran irreemplazables.

Por fin se decidió, le dijo a Trespeó que iba a salir un rato y se dirigió al deslizador. Haría un agradable paseo a través de los pastos hasta su cabaña, pero no disfrutó del paisaje como hacía normalmente, porque tenía un nudo en el estómago. Rush estaba espiándola la última vez que había estado allí y no podía olvidar el terror que sintió al ver que el caza estelar se dirigía a toda velocidad hacia ella.

Se acercó a la cabaña por detrás, mirando a su alrededor con aprensión mientras bajaba del deslizador. Todo parecía normal. Revisó rápidamente todas las puertas y ventanas, pero todas ellas parecían cerradas, sin signos de haber sido forzadas. Solo entonces entró a la cabaña y, apresurada mente, se dirigió al despacho para abrir la caja fuerte. Sacó el sobre marrón, revisó su contenido y respiro aliviada al ver que todo seguía en su sitio. Luego se guardó el sobre dentro de la camisa y volvió a cerrar la caja.

La cabaña llevaba mucho tiempo cerrada; olía mal. El aire estaba viciado y hacía calor. Se sintió un poco mareada al levantarse, y notó una náusea, salió corriendo al porche trasero, se apoyó contra la pared y respiró hondo hasta que se despejó y dejó de sentir náuseas. Tenía los nervios a flor de piel. No sabía cuánto tiempo podría seguir así, pero debía esperar. Rush volvería a llamar; lo sabía. Hasta entonces, no podía hacer nada.

Todos seguían en calma. Se montó en el deslizador y puso rumbo a casa de Anakin. Echo salió a recibirla, con el alivio pintado en la cara.

Por la fuerza, que ha vuelto -dijo atropelladamente- El general está que arde... discúlpeme, Padme. Está buscándola por todas partes. Iré a decirle que ha vuelto

¿Por qué me está buscando? -preguntó ella, asombrada. Le había dicho a Trespeó que iba a salir.

No lo sé, Padme -dijo Echo preocupado.

Entró en la casa y busco a Trespeó.

¿Por qué está Anakin tan enfadado? -preguntó Padme.

Ama Padme, no me atreví a preguntárselo -contestó Trespeó.

¿Es que no le has dicho que iba a salir un rato? -pregunto ella confundida.

Sí. Y entonces fue cuando se puso hecho una furia -contestó Trespeó nervioso.

Padme pensó que seguramente había surgido algún contratiempo y Anakin no encontraba algún papel que necesitaba, pero al entrar en el despacho vio que toda estaba como lo había dejado esa mañana. Sacándose el sobre de la camisa, lo guardó en la caja fuerte de Anakin, y solo entonces se sintió mejor. Allí estaba a salvo, rodeada por la gente de Anakin.

Unos minutos después, oyó la nave de Anakin y pensó, Anakin no parecía haberse aplacado. Más curiosa que alarmada, Padme salió a su encuentro justo cuando la nave se detenía y levantando una nube de polvo. Anakin abrió la puerta bruscamente y salió, con su sable de luz en la mano, Tenía la cara tensa, y un fuego negro ardía en sus ojos al acercarse a ella.

Corazón RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora