Es usted un hombre afortunado, General Skywalker -dijo el especialista, mirándolo por encima de las gafas- El pómulo parece haber absorbido la mayor parte del impacto. Está fracturado, por supuesto, pero la cuenca orbital está intacta. Tampoco parece que haya daños en el ojo propiamente dicho, ni pérdida de visión. En otras palabras, usted solo tiene un ojo morado
Padme dejó escapar un profundo suspiro de alivio, apretando la mano de Anakin. Éste le hizo un guiño con el ojo derecho.
Así que me he pasado cuatro días en el hospital por un ojo morado, ¿eh? -dijo él dando un gruñido.
Tómeselo como unas vacaciones -dijo el especialista sonriendo.
Pues las vacaciones se han acabado, y me voy del hotel -dijo él fastidiado de estar en la cama.
Tenga cuidado durante los próximos días. Recuerde que tiene puntos en la frente, el pómulo facturado y una conmoción leve -explicó el doctor.
Yo lo vigilaré -dijo Padme en tono de advertencia, mirando a Anakin con dureza. Seguramente, éste pensaba ir al taller y meterse a trabajar en cuanto llegara a casa.
Cuando estuvieron solos de nuevo, Anakin apoyó las manos detrás de la cabeza y la miró con los ojos brillantes. Después de cuatro días, la hinchazón de su ojo había remitido un poco, y podía abrirlo levemente, lo justo para ver por él. Todavía tenía la cara desfigurada y coloreada de distintos tonos de negro y morado, con una ligera pincelada de verde, pero nada de eso importaba ya, porque se había salvado su ojo.
Qué largos se me han hecho estos cuatro días -murmuró- Cuando volvamos a casa, voy a llevarte directamente a la cama
Padme sintió que la sangre empezaba a correrlo salvajemente por las venas y se preguntó si siempre reaccionaría así. Desde el principio se había sentido completamente vulnerable ante él, y su reacción era ahora más fuerte que nunca. Su cuerpo cambiaba a medida que el bebé crecía en su vientre y, aunque los cambios eran aún invisibles, su piel parecía más sensible, más susceptible a la más ligera caricia. Sus pechos palpitaban levemente, anhelando las caricias de las manos y la boca de Anakin.
Había decidido no contarle lo del bebé todavía, especialmente mientras su ojo corriera peligro, y durante aquellos cuatro días le costó un gran esfuerzo mantener las náuseas bajo control. Comía galletas saladas casi continuamente, y dejó de beber café porque le daba más ganas de vomitar.
Aún podía ver la expresión de felicidad que cubrió la cara de Anakin cuando le dijo que lo amaba, pese a que él no le devolvió las palabras. Por un instante, Padme temió que la rechazara, pero enseguida Anakin la besó con tanta pasión que desechó aquella idea por absurda, aunque siguió sintiendo una leve tristeza. La noche anterior, después de que las luces se apagaran, mientras Padme yacía en la cama plegable que había metido en la habitación.
Padme... -susurró Anakin con amor.
Su voz sonó baja, y él apenas se movió, pero se escuchaba serio. Mortalmente serio, como cuando habla con hombres imponentes cuando hacía misiones como caballero jedi. Implacable, totalmente seguro de sí mismo. Ella levantó la cabeza y lo miró a través de la oscuridad, extrañándose de detectar tanto sin siquiera poder ver bien su rostro.
¿Sí? -dijo ella con ternura.
Te amo -dijo él suavemente.
Padme empezó temblar y los ojos se le llenaron de lágrimas, pero eran lágrimas de felicidad.
Me alegro -consiguió decir.
Él se echó a reír en la oscuridad.
Ya verás, pequeña burlona, espera a que te ponga las manos encima otra vez -dijo él una sonrisa.
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Corazón Roto
FanfictionPadme Amidala acaba de regresar a su planeta natal Naboo tras la muerte de su padre lo cual dejo a su familia de herencia una cabaña en los país de los lagos y un montón de deudas. Pero lo peor de todo era que la mayoría de esas deudas eran con el p...