Capítulo 24

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La puerta trasera se abrió bruscamente, impulsada por la fuerza que fue arrancó de un solo golpe. Padme gritó y se encogió, mientras dos hombres entraban por la puerta. El más alto intento abalanzarse sobre Rush, pero este agarro su bláster y comenzó a disparar.

El sonido de los disparos se escuchaba dentro y fuera de la cabaña cosa que la hizo gritar de nuevo. Apartó una silla de una patada y se acercó a los dos hombres, tambaleándose. Obi-Wan y un clon se abalanzaron sobre ellos al mismo tiempo para intentar separarlos ya que Anakin tenía su sabe de luz cerca del cuello de Rush, su mirada era una máscara de rabia asesina dirigida contra el hombre que había tratado de matar a su mujer. Se liberó de ellos dando un rugido con la fuerza comenzó apretarle el cuello a Rush.

Después de un momento, esperando que no fuera demasiado tarde, Padme, sollozando, le rodeó el cuello con los brazos por detrás y se apretó contra su espalda.

Anakin, no, por favor -le suplicó, llorando- Está muy enfermo

Él se quedó inmóvil, lentamente, dejó caer los brazos liberando así a Rush el cual cayo al piso. Abrazo con tanta fuerza a Padme que apenas podía respirar. Pero, en ese momento, respirar no le importaba. Solo le importaba abrazarlo y que la abrazara, con la cabeza inclinada hacia la de ella, mientras musitaba una extraña mezcla de juramentos y palabras de amor.

Rex levantaron a Rush del suelo y le esposaron las manos, guardando el bláster. Rush, con la nariz y la boca ensangrentadas, los miraba aturdido, como si no supiera quienes eran, ni quién era él. Y quizá no lo supiera.

Anakin apretó la cabeza de Padme contra la suya, viendo cómo los soldados clones sacaban a Rush de la cabaña. Por la fuerza, ¿Cómo había podido mantener Padme la sangre fría, sentada a la mesa frente a aquel maníaco, sirviéndole un café? De solo pensarlo, se estremecía.

Pero ahora Padme, su bien más preciado, estaba a salvo en sus brazos.

Le había dicho muchas cosas sobre su reputación de mujeriego y sobre las conquistas de su revoltoso pasado; incluso le había llamado rompecorazones. Pero la verdadera rompecorazones era ella, con su cabello marrón del mismo color que sus ojos, una ex senadora a la que nunca habría olvidado, aunque no hubiera vuelto a verla.

Por primera vez, creyó entender por qué estaba obsesionado Rush con ella, por qué había enloquecido al perderla. Él también habría enloquecido si hubiera perdido a Padme.

Envejecí veinte años de golpe cuando encontré tu nota -gruño contra su pelo. Padme se aferró a él.

Llegaste antes de lo que esperaba -dijo, sollozando ligeramente- Quien encontró la nota

No, fui yo quien se levantó. Me desperté al sentir que no estabas. Empecé a buscarte por todas partes. Y, aun así, casi no llegamos a tiempo. Si alguien hubiera encontrado la nota, tal vez habríamos llegado tarde -confesó Anakin

Obi-Wan volvió a entrar y, suspirando, contempló la cocina revuelta. Luego sacó una taza del armario y se sirvió un café. Hizo una mueca al probarlo.

Puaf, qué asco. Sabe cómo el que hace Satine -ambos lo miraron. Parecía aún un poco soñoliento, y ciertamente no iba en su vestimenta habitual jedi- El consejo y el senado necesita que los dos hagan su declaración -dijo- Además con lo que escuchamos tenemos más pruebas contra Clan Bancario Intergaláctico y así llegar contra los senadores corruptos que sigue apoyando a Palpatine. Aunque no creo que llegue a haber juicio. Por lo que podido ver, no lo considerarán mentalmente capacitado

No -dijo Padme en voz baja- No lo está

¿Tenemos que declarar ahora mismo? -pregunto Anakin- Quiero llevarme a Padme

Corazón RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora